Por Claudia Elisa y Gabriela Alejandra López Miranda
Integrantes del Círculo Feminista Alaíde Foppa
Las recientes campañas políticas y su presumida preocupación por las causas de las mujeres, plantean una serie de preguntas en torno a los vínculos que puede y debe establecer el movimiento feminista con las instituciones, pero también, sobre la distancia que debe tomar respecto a ciertos intereses. Para nadie es un secreto que los partidos políticos han utilizado, no sólo el feminismo, sino una serie de demandas sociales como capital político-electoral, hecho que si bien produce un impulso de reprobación y rechazo, invita a reflexionar hasta dónde es posible establecer diálogos, de manera que las demandas feministas puedan posicionarse cada vez en más ámbitos.
En este sentido, es preciso enfatizar que la protesta en la calle ha permitido visibilizar la situación de desigualdad en la que las mujeres nos hemos encontrado por siglos, sin embargo, muchos de los avances logrados en materia de derechos de mujeres, han venido de la posibilidad de ‘organizar la rabia’ (si se nos permite el término) y formalizar demandas frente a las instituciones.
Como sostiene Ana María Tepichin (2010) la importancia que hoy ha cobrado la equidad de género en la agenda de política pública internacional y nacional, responde a una prolongada e intensa labor del movimiento feminista y de organizaciones de mujeres que han establecido diálogos con comunidades académicas, organismos de Naciones Unidas y diversas instituciones públicas y privadas.
El terreno ganado, por ejemplo, en el ámbito de los procesos electorales, responde a una protesta histórica por el derecho a votar y ser votadas, traducida en solicitudes formales (DOF, 2020) de criterios para garantizar principios de paridad entre los géneros en las elecciones a cargos públicos. Las declaratorias de Alerta de Violencia de Género Contra las Mujeres, por citar otro caso, son posibles gracias a que organizaciones de la sociedad civil u organismos de derechos humanos lograron formalizar sus solicitudes.
Por todo ello, nos atrevemos a señalar la importancia de guardar la distancia crítica suficiente que permita al movimiento feminista conservar sus límites éticos, pero invitamos a reflexionar en torno la necesidad de tender diversos puentes e identificar múltiples rutas, para demandar categóricamente nuestro derecho a una vida libre de violencia de género.
Referencias:
Diario Oficial de la Federación (2020) “Acuerdo del consejo general del Instituto Nacional Electoral” [http://www.dof.gob.mx/nota_detalle_popup.php?codigo=5605089]
Tepichin Valle, Ana María (2010) Políticas públicas, mujeres y género, México, COLMEX.
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