Eric Rosas

Quizá una de las comunidades que más agravios ha recibido de parte de la actual administración federal es la académica, particularmente la científica. Los profesores e investigadores estuvieron entre quienes más votos representaron para el actual titular del Poder Ejecutivo Federal en la elección del 2018, quizá entusiasmados por un discurso de campaña que, como en muchos otros casos, aprovechó como nunca un resentimiento acumulado por décadas y en el que se prometían cambios de raíz a diversas problemáticas que habían segregado diametralmente a los colegas.
La promesa de que por fin se apoyaría la investigación científica y al desarrollo tecnológico se repitió sin cesar en cuanta oportunidad hubo. Esta ilusión resonó muy fuertemente en el fondo de decenas de miles de científicos y tecnólogos que jamás han logrado que la inversión —que no gasto— destinada al ramo 38 de ciencia y tecnología en el Programa de Egresos de la Federación, alcance el 1 % del Producto Interno Bruto (PIB) que como mínimo está establecido en la constitución; pero que nunca ha superado siquiera el 0.5 % del PIB y, en el mejor de los casos, el máximo fue de 0.49 % del PIB en el 2010; sí, bajo la administración de Felipe Calderón.
Tres años después la situación para la ciencia y la tecnología en México se ha tornado catastrófica. La asignación pública para el sector ha caído a su mínimo histórico cercano al 0.2 % del PIB. Los fideicomisos para ciencia y tecnología, esos instrumentos financieros que posibilitaban que los científicos mexicanos contaran con los imprescindibles recursos transanuales necesarios para colaborar en proyectos internacionales de largo plazo, fueron extintos bajo una andanada de calumnias proferidas por el mismo primer mandatario, que acusó a la comunidad de estar conformada por corruptos que sólo se beneficiaban del erario. Las becas de posgrado tanto para México, como para el extranjero, que ayudan a los compatriotas jóvenes más talentosos, estudiantes responsables y trabajadores, a especializarse en disciplinas de frontera para con ello impulsar la economía y el bienestar de nuestra nación, habían sido eliminadas en más de un 50 % apenas a los dos años de entrada la nueva administración del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, mutilando la vida profesional de decenas de miles de futuros científicos mexicanos.
Ante esta situación el gremio científicos ha decidido identificar aliados de la ciencia y la tecnología de entre quienes contienden por una curul en la próxima legislatura federal en la Cámara de Diputados. A través del colectivo ProCienciaMx, que agrupa a investigadores reconocidos en distintos campos del conocimiento, y que laboran para instituciones de educación superior y de investigación públicas y privadas a lo largo y ancho del país, se ha lanzado la campaña denominada #VotaConCiencia, en la que se solicita a los candidatos a diputados en los 300 distritos federales que contesten un breve cuestionario (http://prociencia.mx/votaconciencia/) para conocer cuál es el grado de conocimiento que tienen acerca de la destrucción que ha sufrido el sector y expliquen sus propuestas legislativas para regresar a la ciencia y a la tecnología su papel central en la toma de decisiones de los tres poderes de la Unión.
En el Estado de México algunos contendientes ya han contestado el cuestionario, pero muchos otros, entre ellos inexplicablemente algunos que en el pasado han enarbolado la defensa de una ciencia abierta, siguen sin atender el llamado. Por el bien de México, esperemos que pronto todos los candidatos se alíen con la ciencia.

Lo anterior, dicho sin aberraciones.

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