Eric Rosas
Durante el anuncio de la vacuna denominada “Patria” que hizo la titular del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT) el martes 13 de abril, se evidenciaron dos profundas dolencias que aquejan a nuestra sociedad mexicana desde hace ya varias décadas: la deshonestidad y la incapacidad. Acerca de la primera platiqué en la entrega de la semana pasada y en esta oportunidad abordaré la segunda.
Durante su intervención en la conferencia presidencial de cada mañana, la directora general del CONACyT, la bióloga María Elena Álvarez-Buylla Roces, quiso resaltar los beneficios que tendría fabricar en nuestro territorio la vacuna Patria, en lugar de importar las dosis requeridas que pudieran fabricarse allende nuestras fronteras. Se apoyó para ello con un gráfico en el que, en la base de un triángulo verde se leía la palabra “Ahorro” y se mencionaba la frase “Hasta 855% (sic) más económico”. Con tan sólo un poco de reflexión y mínimos conocimientos de lógica matemática, todos podemos entender que un ahorro superior al 100 % no tiene sentido, pues representa un número negativo que, en dado caso, implicaría que no sólo no nos costaría la vacuna, sino que recibiríamos dinero al comprarla, algo muy improbable.
La pifia de lógica básica cometida por la doctora Álvarez-Buylla podría alimentar abundantemente las burlas y bromas propias de los momentos de relajación en el trabajo o la escuela, como de hecho sucedió en diversos ámbitos durante ese y los días subsecuentes; sin embargo, la hilaridad se convierte en pesadumbre cuando uno reflexiona que su incapacidad para comprender la más elemental lógica matemática —de nivel medio superior— es real, y que la funcionaria efectivamente está convencida de que lo que dijo es correcto y su interpretación, adecuada.
Cada vez más frecuentemente escuchamos a colegas, amigos, familiares y funcionarios públicos, pronunciar frases como: “tal artículo cuesta tres veces menos que aquél otro”, “este objeto vale cinco veces más que ese de allá” o “la temperatura promedio en mi pueblo es de 24 ⁰C a 25 ⁰C”; para referirse a un artículo que cuesta un tercio del otro, comentar que un objeto en realidad vale cuatro veces más que aquél de allá, o informar que la temperatura oscila entre los valores mencionados —el promedio de la temperatura tendría un valor intermedio—, respectivamente. La gravedad de estas y otras innumerables aberraciones del razonamiento matemático no reside en la forma errónea de expresarlas, sino en que evidencian que cada vez son más los mexicanos que no comprenden los conceptos matemáticos básicos.
Esta deficiencia creciente en la capacidad de raciocinio matemático, junto con las incapacidades para comprender las lecturas y expresar las ideas, son hallazgos que periódicamente reporta la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos tras la aplicación trienal de la prueba de su Programa para la Evaluación Internacional de los Alumnos,—PISA por las siglas para Program for International Students Assessment— que se aplica entre escolares de quince años, típicamente cursando el último grado del nivel medio básico, la secundaria. Lo preocupante es que ahora comenzamos a sufrir las consecuencias de no haber corregido estas fallas de nuestro sistema de enseñanza básica.
Mención aparte merece la actitud de la titular del CONACyT, quien dejó pasar todas las oportunidades que muchos periodistas le brindaron para que corrigiera su error.
Lo anterior, dicho sin aberraciones.
Eric Rosas
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26 de abril de 2021
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