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Entre plásticos "repelentes" y angustía constante, el trabajo pandémico en una heladería

Aranxa Solleiro  

El clima ha cambiado, el sol comienza a ascender y a tomar fuerza a partir del mediodía, el calor sobrepasa los 25 grados centígrados cada día y las personas salen con la intención de comprar algo que los refresque y les permita también, tomar un descanso mientras disfrutan de ello.  

Las neverías, han sido comercios que sin dudarlo, han padecido la crisis pandémica y aferrándose a la idea de no darse por vencidos, salen a laborar cada día o al menos, hasta que el semáforo epidemiológico lo permita.  

Trabajadoras de una de las franquicias de venta de helados más famosa de la República Mexicana, comentan que trabajando seis horas por 20 pesos cada una es, -sin dudarlo- una situación de lamento, puesto que por la necesidad y el entusiasmo de realizar su trabajo, no se han negado a mantener sonrisas escondidas en los cubrebocas de los clientes, al recibir un helado o una paleta de nieve.  

Karen, quien labora en el establecimiento, argumenta que las ventas durante noviembre a inicios del mes de enero, bajaron aproximadamente el 50 %, aunque a partir de la reapertura de establecimientos de alimentos y bebidas han incrementado un 80 %. No obstante, el salario y el poco apoyo que reciben de parte de quienes contratan es escaso. 

“Lo que nos ha mantenido han sido los negocios que tenemos alrededor, especialmente los dedicados a alimentos y bebidas, porque ellos nos compran aguas de sabor y las ofertan a sus comensales, pero sí hemos perdido varios clientes, por ejemplo los niños, porque salían de la escuela y venían para acá a comprarnos o al menos sus papás les compraban algo, ahora ya no lo tenemos y la verdad muchos han dejado de venir porque temen enfermarse si consumen algo frío, ahora ya si tenemos gripa común, lo relacionamos de inmediato con Covid.” Argumentó.  

Tras una protección de plástico, se protegen del virus que ha sido inestable con ellas, puesto que no les ha permitido tener un ritmo de trabajo deseado, el horario se redujo considerablemente de 12 a 6 de la tarde, impidiéndoles vender como se espera, cuando antes de la pandemia se abría de 10 de la mañana a 8 de la noche.  

Por otra parte, algunos de los ex compañeros de ellas han dejado de laborar porque “les piden descansar” o porque ya no alcanzan las ganancias a cubrir su salario de 120 pesos por día, lo cual está por debajo del salario mínimo.  

“Lo que pedimos es que sí nos consideren como un trabajo formal, hay muchos que salen por sus familias, porque necesitan un ingreso y creo que el no tener ni prestaciones ni un seguro social, nos pone todavía más en riesgo, no solo por el pago que es mínimo, sino porque si nos enfermamos, es muy fácil que nos digan que ya no trabajemos y listo.” Comentó.  

En los días de encierro, trabajaron con la producción de nieves a un nivel mínimo, puesto que existió el temor de que se echara a perder y fuera desechado, sin embargo han tratado de incorporar estrategias de innovación de productos para subsistir y destacar ante su competencia. Aunque esto a momentos ha hecho que se perciba mayor número de personas deseosas de consumir un barquillo, un vaso con nieve o un agua fresca, el miedo por tener pérdidas, dejar de laborar o incluso contagiarse, persiste.  

Para la comunidad residente, el consumo a negocios locales debe ser esencial, el calor aumenta, el deseo por sentirse refrescados por igual, tal vez sea momento de complacer sin culpa al paladar con sabores de arcoíris y atención magnifica de quienes persisten detrás de aquella capa de plástico.  

(Foto: Aranxa Solleiro)  


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