2021-01-10-la-onda-plana-63

La Onda Plana 93

Eric Rosas

Esclavos del petróleo


La semana pasada la Federación Noruega de Carreteras anunció sus resultados para el 2020 en la venta de vehículos en el país nórdico. El organismo dio a conocer que en el año recién concluido las ventas de vehículos eléctricos – los que sólo dependen de una batería para su locomoción – alcanzaron la cifra récord de 54.3 %, mientras que para los vehículos híbridos la participación de mercado fue de 20.4 %, con lo cual ambas opciones sumaron prácticamente a tres de cada cuatro vehículos nuevos que transitarán desde ahora por las calles y carreteras noruegas.
Todavía más revelador, es el hecho de que tan sólo en diciembre los vehículos eléctricos ocuparon el 66.7 % de las ventas en el país vikingo, lo que representó un crecimiento del 300 % respecto del mismo mes del 2019. Con también un 20.4 % de participación de mercado para los vehículos híbridos en el último mes del año pasado, este segmento igualmente tuvo un aumento del 61.6 % con relación al mismo periodo del año anterior. Estas tendencias, aunadas a los fuertes incentivos económicos, acercan realistamente a Noruega a su meta de lograr que para el 2025 los vehículos que usan combustibles fósiles dejen de circular por sus vialidades.


Aunque Noruega es la punta de lanza mundial de la penetración de los vehículos eléctricos e híbridos, se presumen números similares para el 2020 en los Estados Unidos de América y otros países de Europa. Igualmente se espera que el rechazo hacia los vehículos de combustión interna se intensifique en el 2021, lo que ha llevado a las armadoras de vehículos ligeros más importantes a prepararse para poner disponibles prácticamente todos sus modelos eléctricos en estos dos mercados. Además, cada día están más cerca las fechas fatales establecidas por otros países del mundo, para la prohibición total de la comercialización de automóviles que utilicen combustibles fósiles, como la gasolina, el diésel o el gas.


Por otro lado, el trauma que la pandemia de covid-19 ha causado a nivel global ha fomentado cambios en las prácticas laborales, que favorecen el trabajo desde el hogar. En México, por ejemplo, recientemente se legisló – aunque incipientemente – la modalidad del teletrabajo, que muchos esperan haya regresado para quedarse, pues hay que recordar que la labor desde casa era la práctica habitual antes de que los gremios obreros y las factorías se pusieran de moda con la revolución industrial.


Tanto los imprevistos que imprimen cambios radicales a la cotidianidad de las personas, como las sólidas tendencia tecnológicas actuales en materia energética y ambiental, impactan consistentemente en las prácticas comerciales. En este caso, el consumo de los combustibles fósiles parece estar de retirada en las economías más poderosas del mundo. Con tantas señales tan evidentes e inclusive obvias, muchas compañías petroleras ya han comenzado a migrar sus negocios hacia otras vertientes de generación energética, como la eólica o la solar fotovoltaica.

En México, por el contrario, la petrolera estatal parece no reaccionar ante el vuelo de los zopilotes que presagian la inexorable muerte del sector. La política energética de nuestro país parece orientada a convertir a los mexicanos en esclavos del uso de los combustibles fósiles. Mejor sería que todos los recursos disponibles se destinaran con urgencia a la conversión de Petróleos Mexicanos en una nueva empresa, cuyo negocio pueda encontrar mercados en el mundo que se avecina.
Lo anterior, dicho sin aberraciones.


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Nacional
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