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Con tradición Nahuatl y Otomí, artesanas de Acambay incursionan en venta en línea de cubrebocas bordados

En Ganzda, comunidad de Acambay,  siete mujeres, madres y abuelas, emprendieron un nuevo proyecto con el que llevan ingresos a sus hogares, pues la pandemia por Covid-19 no cede y no hay otra forma de allegarse de recursos.  

Elena Aguilar

Esta comunidad es una de las más alejadas en esa región mexiquense, en donde la gran mayoría vive del campo y muchos han dejado atrás sus tradiciones y costumbres, a cambio de adaptarse a un modelo de vida más moderno.  

Sin embargo, estas mujeres comenzaron la venta en línea de cubrebocas con bordados a mano otomíes y náhuatl, con lo que no sólo rescatan sus raíces sino que transformaron su vida por completo, dijo Alicia Alonso.  

La señora de 55 años es mamá de cinco hijos y abuela de 10 niños, quien inició junto con algunas mujeres de su comunidad con un pequeño proyecto que de origen pretendía rescatar las tradiciones y raíces indígenas de Acambay, pero derivado de la contingencia les permitió incursionar en nuevas plataformas y mecanismos de venta.  

Hace un año, en principio, las mujeres de este grupo bordaban y vendían quexquemetl, prenda prehispánica, una especie de capa o punta de cuello, con el único fin de rescatar  el bordado a mano artesanal y artístico de esta región, además de preservar sus raíces.  

Sin embargo, con la emergencia sanitaria se cancelaron los espacios públicos donde vender sus productos, de manera que idearon bordar para ellas y sus familiares algunos trozos de tela adaptados para cubrebocas.  

Fue entonces que el hijo de Alicia, quien estudió sistemas e ingeniería, le propuso tomar unas fotografías y promover el producto en redes sociales, logrando así una nueva forma de ventas y comercio que “jamás pasó por nuestra cabeza”.  

“Es todo un arte porque cada color, cada puntada está planeada, todo tiene un significado muy claro. En nuestro lenguaje, cada forma, y tinta tiene un significado, entonces todos los cubrebocas dicen algo para quienes los compran”,

explicó.  

Mediante la página Ra Ndoni Njoti, promocionan sus piezas y concretan los pedidos, los primeros fueron hacia Toluca y la Ciudad de México, pero ha crecido el mercado, pues los costos son muy económicos ya que oscilan entre los 100 y 220 pesos, más costo de envío.  

“Ha sido una transición maravillosa, la verdad es que no lo pensamos nunca y nos vamos turnando entre todas para realizar los trabajos, porque como es temporada de trabajo en el campo, muchas se van para apoyar a sus maridos o sus hijos en el arado por ejemplo, pero todas hacemos esto como una forma de ingreso extra para nuestra casa”,

aseguró.  

(Foto: Elena Aguilar) 


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Nacional
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