2020-11-03-confesiones-de-turista-54

Confesiones de Turista 63

Viajar en pandemia

Aranxa Albarrán Solleiro

La Organización Mundial del Turismo anunció un marzo de 2020 que los viajes con motivos turísticos quedaban prohibidos, puesto que un virus letal pululaba alrededor de cualquier espacio en el cual se confluía. El murciélago, animal protector de plantas en México y en el mundo, se señalaba como culpable.

Se cerraron las puertas, las fronteras se inauguraban haciendo honor a su propio nombre, la aceptación de foráneos en toda ciudad, país o estado, quedaba por fin con la libertad de ser rechazado, el pretexto fue el mal, el daño exhaustivo que podía causar una enfermedad invisible pero capaz de penetrar e instalarse en cualquier recoveco del cuerpo humano. 

Durante tres meses, de mitad de marzo a inicios del mes de junio, las aerolíneas se vieron por primera vez en bancarrota, los cruceros dejaron de navegar y se prepararon balones marca “Wilson” para sobrevivir con la compañía de una mano de sangre pintada en alguna de sus caras. Los autobuses continuaron, no obstante la epidemia y avanzaron lento pero seguro, como el campesino que tuvo que emigrar de la capital para regresar a sus tierras porque el patrón le dijo que no podía seguir manteniéndolo. 

Uso de cubrebocas obligatorio, gel antibacterial que constantemente se disuelve con agua y con una cantidad mínima de alcohol, poco sirve y poco protegerá de las bacterias y sobre todo del virus a aquellos que lo utilizan. Toma de temperatura al entrar antes de abordar cualquier transporte, en la mano o en el brazo porque un grupo de desconocidos e ignorantes han imperado en el cerebro de muchos y “preferimos no meternos en broncas”. El termómetro, por supuesto, marca en verde un abanico de números: 33.5 °, 34.6. 35.5 y en el mayor y mejor de los casos cuando alguien se decide a ser valiente pidiendo ser medido en la frente, marca un 36.6 ° Celsius. 

Al inicio, principalmente en los primeros tres meses posteriores a marzo, el cupo de los autobuses era limitado, la capacidad de 30 % en uno de 40 asientos se reducía a momentos a 20 o 15 o incluso había quienes viajaban con 5 pasajeros. Evidentemente, no convenía, a pesar de la baja en el precio de la gasolina, las llantas, el desgaste físico y el peligro de seguir rodando por las carreteras, no tenían un balance económico. 

Las terminales se dibujaban tranquilas, casi vacías, silenciosas, unos con guantes, otros con una playera amarrada alrededor de la garganta para simular un cubrebocas, “total, el asunto está en pasar con la boca bien tapada, si nos protege o no, ya es otra cosa.” 

Suben todos, uno por comodidad y pretensión de sofocación, retira el cubrebocas de su rostro, come una manzana porque el autobús salió a las 7 con 30 minutos de la mañana, el desayuno tenía que ser improvisado, tose un poco, atrás viaja una mujer sin cubrebocas, se sienta justo frente a los baños, estornuda unas cuatro veces continuas, no se cubre la boca y mucho menos la nariz. La pandemia comienza apenas, nada existe porque no se ve, si no se ve como Santo Tomás. Acceden cinco al baño en un lapso de veinte minutos, en el aire se presentan microscópicamente partículas salivales y aerosoles de una alergia, una reacción de gripa o sencillamente, un síntoma del virus que a todos puso de rodillas y a otros no les importo. 

El turismo ha iniciado con su activación, a partir del mes de mayo los CIPs (Centros Integralmente Planeados) tuvieron la oportunidad de alojar huéspedes, de recibir por fin a quienes les dan vida. El número de infectados en prestadores de servicios y trabajadores en general dependientes del turismo, es inexistente, no se presentan cifras en ninguna parte de instituciones y de la Secretaría de Turismo, ¿miedo? Evidentemente. Miedo de seguir cayendo de una movilidad entre prudente e imprudente, entre difícil y sencilla, entre un estar atados a las pocas ganancias que obtienen quienes venden sus artesanías ya sea gastronómicas o físicas, entre los chóferes de taxis, autobuses, aviones y motocicletas. De las camareras, chefs, meseros, recepcionistas, guías de turismo que inevitablemente deben trabajar por lo menos con 4 o cinco personas y que de ellas, solo una utiliza debidamente el cubrebocas. 

Sí, el turismo continúa con un riesgo magno, los turistas después de un viaje obligado y anhelado para conocer cómo se presenta el turismo en el 2020, después de seis meses pandémicos, me parece que es indudablemente, el principal murciélago de esta historia. 

sdr

Confesiones en: Twitter: @aranx_solleiro, Instagram: @arasolleiro y aranxaas94@gmail.com 

Foto: Aranxa Solleiro


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Nacional
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