2020-10-20-confesiones-de-turista-52

Confesiones de turista 61

México ante reflejos

Aranxa Albarrán Solleiro

Lo conocí un día de enero de hace cuatro años, mi miedo y mi nostalgia imperaban cada segundo de mi respiración. Me encontraba a más de 9 mil kilómetros de distancia de mi hogar en México y veía a través de la enorme ventana del comedor del personal, una serie de luces que marcaban el contorno de una ciudad, que por su pequeñez y número de pobladores, para mis ojos siempre fue un pueblo: Viella.

Confesiones atrás, hablé en aspectos generales sobre ella, sin embargo, poco profundice en los seres humanos que me rodearon de una órbita fantástica de emociones: furia, pena, alegría, admiración y sí, desprecio. Empero David, probablemente se apropiaba de la cuarta emoción. 

Con sus 40 y algo, provenía del sur o probablemente del centro del país español, nunca lo tuve muy claro en tanto que le pertenecía al mundo. Un día podía estar en Madrid, al otro en Sídney y al siguiente en Tokio. Sus plantas de los pies, aseguraba –sin la necesidad de verlas-, que habían pisado un sinfín de senderos desconocidos por la mayoría de los habitantes del mundo. 

El reloj colgado en la pared nos anunciaba el cuarto para las ocho de la noche, el horario de la cena estaba a punto de extinguirse y él, con su sabiduría gastronómica, había preparado por única vez en mi estancia, una lasagna exquisita. Dos platos míos rebosantes fueron adornados por su creación y después de la misma ensordecedora discusión crepuscular por los compañeros que estaban a pocos años de jubilarse, nos sentamos solo los dos de frente ante nuestros reflejos en el vidrio provocados por las lámparas pendientes del techo.

-¿Te gusta estar aquí, David? 

Se mantuvo unos segundos callado. (La única característica identificable de su personalidad ante todo el personal). <<No me gusta mucho, en realidad solo vengo en la temporada invernal porque me gusta esquiar, de lo contrario podría estar en otro lado. Cuando termine la nieve, me iré a Australia, ya tienen mi contrato, allá están a punto de entrar al verano y es el tiempo para surfear.>>

Mi cerebro explotó en ese momento, el silencio entonces lo portaba yo con solidez. ¿De qué se trataba la vida de aquel varón de unos 1.74 centímetros, cabello castaño, ojos marrones y tez blanca con toques bronceados? 

-¿No eres de aquí entonces?

-Sí pero nunca me he sentido muy orgulloso de ser de aquí, es decir, de España, no me gusta la manera de pensar de casi nadie, son todos muy cerrados, lo único que les preocupa es saber cuándo van a jubilarse, sin importar qué tan jóvenes o viejos son. Dejan de trabajar por pasión y comienzan a hacerlo solo para pasar el tiempo y para recibir dinero. –Toma con su mano derecha un cigarro y juega delicadamente con él- Yo solo vengo aquí porque ya me conoce el director, aunque es un hijo de puta. –Exilio la sonrisa y solo desorbito mis ojos- Yo me dedico a hacer mi trabajo, por eso no hablo con nadie, porque les parece rara la manera en cómo soy, porque me gusta trabajar, porque sonrío solo con unos pocos y porque prefiero estar solo que llenarme de sus precarias ideas. 

Mientras David continuaba, me senté en una de las sillas vacías y me dijo: admiro mucho que hayas venido hasta acá, vienes de un país que ha sido muy maltratado por nosotros –me sonrojo-, tu país es bueno y bonito, además de su comida que es muy rica. Los españoles deberían de saber más de ti, de México, de lo que ellos nos han dado a nosotros y a todo el mundo. Si te sientes ofendida por mis paisanos, solo te pido que sigas y que sigas demostrando lo grande que es tu país. Lo valioso que es. 

Observamos unos segundos más a la ventana, pequeñas luminosas blancas bajaban lánguidamente del cielo, comenzaba a nevar una vez más y como si ello hubiese alertado algo en su mente, se puso de pie, me agradeció por la corta conversación, me lanzó cual misil una sonrisa y se despidió. Al día siguiente supe que era su último día trabajando en el hotel, su vuelo a Australia se fraguaba y yo me quedé con la certeza de que los mexicanos hemos sabido tocar corazones, sin siquiera rozarlos literalmente. 

Hemos sido –desde siempre- riqueza en cada aspecto y a veces o casi siempre, ojos ajenos a los nuestros, nos recuerdan lo afortunado que somos de haber nacido en la nación. ¿La importancia del turismo y su buen funcionamiento? Esta podría ser una respuesta.

Confesiones en: Twitter: @aranx_solleiro, Instagram: @arasolleiro y aranxaas94@gmail.com 

Foto: Aranxa Solleiro


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Nacional
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