2020-08-24-la-onda-plana-42

La Onda Plana 72

COFEPRIS: Confianza dañada 

Eric Rosas

El virus SARS-CoV-2 logró una veloz propagación pandémica por todo el mundo en los primeros meses después de su sorpresivo brote; sin embargo, conforme el tiempo ha transcurrido, los científicos de la salud y el personal médico han ido conociendo día con día mejor a este invasor microscópico. Muchos galenos coinciden ahora en que la atención temprana de los individuos contagiados es un asunto de vida o muerte, literalmente; pues al detectarse la infección en sus primeras etapas, es posible mitigar algunos de los daños que causa el virus y que terminan por deteriorar al extremo algunas de las funciones vitales del organismo. 

También se ha descubierto que la covid-19 puede degradar intempestiva y vertiginosamente la salud de las personas enfermas, por lo que para lograr una detección oportuna es necesario mantener un seguimiento anticipado y permanente de algunos indicadores como: la temperatura corporal, la frecuencia del ritmo cardiaco y el porcentaje de oxigenación vascular. Es decir, si se desea tener la posibilidad de identificar de inmediato algún cambio negativo en uno o más de estos signos vitales, se requiere medirlos a diario y varias veces a lo largo del día. 

Esta vigilancia básica implica la necesidad de contar en casa con dos instrumentos de medición muy elementales: un termómetro clínico y un oxímetro de pulso. Pero por simples que sean estos dos instrumentos de medición, es imprescindible que sus lecturas resulten confiables, pues de nada serviría tal seguimiento, si alguno de ellos o ambos tuvieran fallas en su funcionamiento. Por fortuna, en México, como en cualquier país donde los derechos a la vida y la salud se encuentran consagrados en la Carta Magna, los equipos e instrumentos médicos que se producen o comercializan en el país, deben cumplir con una estricta regulación que asegura su buena calidad y garantiza la precisión de las mediciones que con ellos se obtienen. 

En México la entidad pública que tiene la responsabilidad de certificar el correcto funcionamiento del equipo médico es la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS), de tal manera que todos deberíamos sentirnos seguros al adquirir y utilizar cualquier termómetro clínico u oxímetro de pulso que encontremos a la venta en nuestro país. Sin embargo, recientemente la COFEPRIS ha sido señalada de alejarse de su obligación estrictamente técnica, para servir como ariete político de la actual administración federal. Hace unas semanas trascendió que la COFEPRIS dio finalmente entrada para evaluación a un diseño de ventilador sometido mucho tiempo antes por la Universidad Nacional Autónoma de México, justo hasta el día después de que la titular del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología presentó con más de dos meses de retraso los prototipos de dos respiradores, que había prometido entregar oportunamente para salvar vidas.  

Pero aunado a lo anterior, la semana pasada la COFEPRIS perdió su autonomía y pasó a depender del actual zar federal contra la pandemia de la covid-19, quien ha contravenido a la propia Organización Mundial de la Salud al negarse a recomendar enfáticamente el uso del cubrebocas y rechazar la efectividad de las pruebas moleculares para la identificación de infectados. En este escenario, la decisión de dejar bajo su cargo a la COFEPRIS levanta una nube de dudas respecto a la actuación que en el futuro podría tener esta dependencia al certificar la calidad e inocuidad de los insumos sanitarios, los medicamentos y las vacunas, como la rusa. 

Lo anterior, dicho sin aberraciones. 

Twitter: @DrEricRosas 


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