2020-08-15-el-placer-del-voyeur

El placer del Voyeur

Reseña a "El ciempiés"  

Daniela Albarrán 

La vista es uno de los sentidos que utilizamos con más frecuencia. También es, además del tacto, uno de los que nos producen más placer. Cuando leemos cada uno de los cuentos de El ciempiés es como si abriéramos una ventana a la intimidad de los personajes, quienes no nos ocultan nada, al contario, sienten la satisfacción de sa(v)erse expuestos.  

… La rutina fue consumiendo a la pasión, la cual de cirio pascual pasó a ser una veladorcita para San Chárbel. 

El autor de El ciempiés nos devela, con una prosa fina, estilística y muy pulida, las perversiones de las que los seres humanos pueden ser capaces: infidelidades, sexo en hoteles de mala muerte, relaciones prohibidas por la sociedad y la moral, pero siempre mostrando que el amor y el deseo tienen muchas formas y que, aunque parezcan pecado, no se tienen por qué reprimir.  

El fetiche también es una constante en El Ciempiés, y todos los implicados tienen los suyos. Colegialas, muñecas inflables y el exhibicionismo son temas que a sus personajes les encantan y que disfrutan sin ningún pudor.  

Algunas noches despierto y me pregunto dónde estoy. Luego me respondo que aquí, pero no recuerdo dónde es aquí. Es esta la lucidez de la demencia.  

Cada uno de los nueve cuentos son pequeñas piezas de arte que llevan en las entrañas las pasiones humanas en su máximo esplendor y sin el mínimo decoro, pues cada uno de los narradores nos muestra, con descaro y con lujuria, sus perversiones más lúbricas.  

Después de que Adán probara el fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal no sintió ni vergüenza ni temor; lo que en verdad experimentó fue la erección primera y un deseo incontrolable de despojar a Eva de la hoja que cubría su entrepierna.  

Mauricio Pérez se revela como un escritor subversivo que lleva el erotismo a un nivel elegante, fino e, incluso, podría decirse que sutil, porque aunque estamos frente a cuentos llenos de lujuria, ninguno siquiera se acerca a lo vulgar, pues la ventana que nos abre es para mostrarnos lo justo: el satín, el encaje y los pliegues.   

Definitivamente, El ciempiés se posicionará como uno de esos libros que se deben leer con una mano, pues la otra estará muy escondida revisando lo que los personajes provocan.  

Foto: Especial Portal


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Nacional
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