En 1955, un joven Gerardo Novo trabajó con equipos de principios del siglo XX en unas modestas instalaciones, y bajo la guía de profesores formados por el positivismo. Junto a sus compañeros participó de tradiciones (caminar hasta el cráter del volcán por la noche), leyes no escritas que los inducían a hacer cosas cuyo origen les sería revelado hasta su encuentro con los autores preferidos de sus maestros.  

Ximena Barragán 

El jóven cronista era parte de la conocida como la generación de transición, o de enlace, aquella que empezó sus estudios superiores en el Instituto Científico y Literario Autónomo y los concluyó en la Universidad Autónoma del Estado de México.  

Los estudiantes inquietos pugnaban por convertir en universidad a la institución liberal, que bajo la dirección de Juan Josafat Pichardo por fin lograr reunir los mínimos requisitos para ser reconocida como tal ante la ANUIES.  

Aunque inicialmente se preparaba para ser ingeniero, tras un año de no encontrar su lugar, Novo se inscribió en una de las nuevas carreras ofertadas por su alma mater; turismo, una licenciatura que le permitió realizarse como persona, formar una familia y conocer el mundo.  

El cronista más famoso de la zona compartió sus experiencias en la transformación de una institución que inició, y continúa manteniendo un matiz liberal, que hoy, en la globalización, es una “universidad moderna que va más allá de los límites locales, con presencia en distintas partes del estado, otras entidades y hasta otros países”, en el marco del programa #HistoriaMínima de Toluca de la Dirección de Cultura de Toluca.  

(Foto: web)