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La Onda Plana 59

Dos pilares del T-MEC: la creatividad 

Eric Rosas

Este 1 de julio de 2020 es la fecha establecida para la entrada en vigor de la actualización del acuerdo comercial entre Canadá, Estados Unidos de América y México. Más allá de su espantoso acrónimo, esta versión remasterizada del Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN) inaugurará − a pesar del uso electorero que seguramente le dará al inicio el actual presidente estadounidense −, una segunda época en el proceso de integración económico-tecnológica de esta importante región, que representa un poco más de una cuarta parte del producto interno bruto mundial y alberga a cerca de 490 millones de habitantes, lo que coloca a este instrumento como el más importante de su tipo en el orbe. Aunque por visión de nuestros dos vecinos norteamericanos y no por la propia, México comenzó su integración en este bloque hegemónico hace un cuarto de siglo y los resultados que ha arrojado para las nuevas generaciones de mexicanos han sido benéficos en su abrumadora mayoría. Por este motivo es que las expectativas de esta nueva etapa deben llenar de ánimo positivo a la planta productiva nacional e inundar con una visión de desarrollo a nuestra población. 

Al igual que en aquel lejano 1994, los dos pilares que sostienen la integración económico-tecnológica de la América del Norte son: la capacidad que sus pobladores tienen para crear valor y la voluntad de los mismos para realizar transacciones justas. Este par de fundamentos del comercio libre se plasman en la reglamentación del usufructo de la propiedad intelectual y de la estandarización de los bienes y servicios que ofrecen. Por ello es que cuando el original TLCAN inició su operación, México tuvo que establecer al Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial, por una parte, y al Centro Nacional de Metrología, por la otra. En esta columna tocaré la materia del primero y dejaré la del segundo para la próxima. 

La creatividad en el mundo se protege − a muy groso modo − en tres campos: la propiedad industrial, los derechos de autor y el registro de variedades vegetales. En la propiedad industrial, el otorgamiento de las patentes sirve para salvaguardar las invenciones, como la de cualquier artefacto novedoso o método de producción. También permite el registro de las marcas, de los diseños y dibujos industriales, y de los diseños de circuitos electrónicos, entre otros. En conjunto estos activos intangibles de las empresas llegan a representar hasta el 70 % del valor comercial y por tanto son de suma importancia para las firmas. Con la reputación e historial construidos a partir de estos activos las compañías pueden obtener créditos. En el ámbito de los derechos de autor se registran las obras literarias y técnicas, musicales, arquitectónicas, la progralógica, etc.; y se reglamenta su reproducción, interpretación, adaptación, edición, impresión, publicación, distribución y demás usufructos. Y la última protege la generación de nuevas especies vegetales como podría serlo un injerto de planta, una nueva semilla de maíz transgénico cuya inocuidad alimentaria y mejoramiento nutricional hayan sido demostrados, etc. 

Dado que la creatividad es la única actividad capaz de agregar valor al esfuerzo físico de los trabajadores, su protección es fundamental para avanzar económica y tecnológicamente, de ahí que su presunto hurto por China sea uno de los ejes en la disputa sino-estadounidense. Y México, como una nación con plétora de talento, se encuentra ante una inmejorable oportunidad para aprovechar esta coyuntura. 

Lo anterior, dicho sin aberraciones. 

e.rosas@prodigy.net.mx 
Twitter: @DrEricRosas 


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Nacional
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