Fobia al conocimiento 

Eric Rosas

Unas de las fobias más extrañas e irracionales son aquellas que paralizan a las personas ante su temor incontrolable hacia la adquisición de conocimiento y la discusión de las ideas, conocidas como epistemofobia – también llamada gnosiofobia o filosofobia – y allodoxafobia, respectivamente. Las personas que sufren de estos trastornos sicológicos o de la salud emocional, evitan adquirir conocimiento y desconfían o hasta llegan a rechazar cualquier idea que se les comparta, pues se vuelven presas de miedos desproporcionadamente intensos a que las ideas y opiniones de los demás, contradigan su manera de pensar y sus creencias. Aunque en la antigua mitología griega la personificación del miedo irracional a la guerra y quien por esa afección inevitablemente constituía una amenaza permanente para su pueblo era Fobos, el hijo de Afrodita y Ares, en la actualidad quienes parecemos comportarnos como sus verdaderos herederos en lo referente a nuestras actitudes ante el conocimiento somos los mexicanos. 

Conforme a la información que recopila y pone disponible la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en América del Norte México es históricamente el país con los niveles más bajos de inversión en ciencia y tecnología. Desde el año 2000 hasta el 2018 México ha promediado apenas un magro 0.4 % de su Producto Interno Bruto (PIB), mientras que en el mismo periodo la inversión estadounidense promedio ha alcanzado el 2.7 % y Canadá – ya con la cifra correspondiente al 2019 –, el 1.8 %. Es decir, respectivamente, los Estados Unidos de América (EUA) y Canadá invierten 6.7 y 4.6 veces lo que México, en investigación científica y desarrollo tecnológico. 

Del año 2000 a la fecha la inversión en ciencia y tecnología en México tuvo un promedio sexenal como porcentaje del PIB del 0.37 % durante la administración de Fox, de 0.45 % en el mandato de Calderón, y de 0.39 % para el sexenio de Peña. Aunque la OCDE todavía no cuenta con la información correspondiente al 2019, que sería el primer año de López, dados los múltiples recortes realizados a esta partida durante el año pasado, difícilmente alcanzará el 0.2 %, cifra que estaría inclusive por debajo del mínimo histórico de las dos décadas más recientes, del 0.3 % del último presupuesto elaborado por Zedillo; y desde luego, muy alejado del máximo de casi 0.5 %, destinado en el año 2010. 

Estos porcentajes revelan un escenario dramático cuando las vinculamos a los montos correspondientes al PIB de cada país, que para el 2018 fueron – en dólares estadounidenses (USD) – de aproximadamente 20.5 billones en EUA, 1.7 billones en Canadá y 1.2 billones en México. Esto significa que en ese mismo año la inversión en ciencia y tecnología en EUA fue de más de 580 mil millones de USD y superó los 26 mil millones de USD en Canadá, mientras que en México  alcanzó apenas los tres mil 821 millones de USD. Un vez más, en términos reales los presupuestos estadounidense y canadiense representan casi 152 y siete veces la inversión mexicana, respectivamente. Por pavorosas que resulten, estas comparaciones crudas sólo reflejan la realidad de una sociedad que se encuentra históricamente alejada del conocimiento y por ello privada de los beneficios del desarrollo tecnológico. Catástrofe que ahora parece agravarse con un gobierno marcadamente gnosiofóbico y negado a las opiniones de los demás. 

Lo anterior, dicho sin aberraciones.