De aritmética de primaria 

Cada tres años la prueba del Programa de Evaluación Internacional de los Alumnos – conocida como PISA por las siglas en inglés para Programme for International Student Assessment –, que realiza la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos entre los estudiantes del nivel medio básico en todos sus países miembros, nos recuerda que el sistema educativo de México acarrea severas deficiencias estructurales. En el informe de la evaluación correspondiente al 2018 – la más reciente – los resultados para nuestro país no fueron mejores. La inmensa mayoría de los adolescentes mexicanos que estudian el tercer grado de secundaria sufren de enormes dificultades para entender lo que leen, para expresar sus ideas, para realizar análisis matemáticos simples – de lógica y aritmética –, y para comprender cómo funciona el mundo – no son capaces de articular un razonamiento científico –. Que desde hace varios trienios los mexicanos enfrentemos nuestra vida adulta con tales limitaciones, atrae graves consecuencias para los individuos mismos, pero también para la sociedad mexicana en su conjunto. Sobre todo porque eventualmente puede ser elegido presidente, o designado secretario de energía, alguno de esos estudiantes desprovistos de las competencias básicas para entender lo que les dicen los demás, para expresar lo que piensan, para realizar operaciones básicas – sumas, restas, multiplicaciones y divisiones –, o para distinguir la realidad de la ficción. 

Eric Rosas

Para muestra lo que está sucediendo ante la crisis mundial del precio del petróleo. Ante la guerra iniciada entre Arabia Saudita y la Federación Rusa, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) convocó a sus miembros y asociados a reducir en mayo y junio de 2020 la producción global del hidrocarburo en 23 %, tomando como base la extracción realizada en octubre de 2018. Tal disminución busca reducir la oferta y con ello resarcir un poco los devaluados precios de las distintas mezclas. La propuesta de la OPEP fue aceptada por casi todos los convocados a excepción de México. La secretaria de energía de nuestro país, en apego a la voluntad del presidente, rechazó la reducción de su parte correspondiente de 400 mil barriles diarios. Pero además aumentó su producción de referencia en 50 mil barriles diarios para colocarla en un millón 750 mil. 

Dado que el precio de cierre de la mezcla mexicana de exportación (MME) al jueves pasado – cuando se realizó la reunión de OPEP y asociados – fue de 16.54 dólares estadounidenses por barril (USD/b), y que el costo de extracción oscila entre los 14 USD/b y los 30 USD/b, debería ser fácil de entender que México ya está perdiendo al colocar su petróleo así de barato. Y que vender un mayor número de barriles diarios sólo aumentará la pérdida, por lo que obviamente conviene reducir la extracción y con ello aumentar el precio del barril para recuperar la ganancia o al menos disminuir las pérdidas actuales. En lugar de ello, el gobierno de México se empecinó en elevar las pérdidas vendiendo más barriles a un precio incosteable. Pero eso no fue todo, luego aceptó la propuesta estadounidense para sustituir 250 mil barriles diarios de la reducción solicitada a México con petróleo West Texas Intermediate, que cerró ese mismo día 6.22 USD más caro que la MME. Por fortuna para México la OPEP no ha aceptado aún esta sustitución, que adicionalmente nos endeudaría con nuestro avispado vecino. 

Lo anterior, dicho sin aberraciones. 

e.rosas@prodigy.net.mx 
Twitter: @DrEricRosas