2020-03-23-la-onda-plana-20

La Onda Plana 38

Ciencia y acción, y no superstición 

Casualmente y sólo casualmente, a poco más de un año de cumplirse 500 desde la caída de la Gran Tenochtitlán, México, al igual que el mundo entero, enfrenta un reto sin precedentes en sus más de cinco siglos de historia moderna: quizá la peor pandemia desde que, tras su llegada al Nuevo Mundo, los conquistadores ibéricos propagaron infecciones virales, como el sarampión, la gripe o la viruela, desconocidas entre la población autóctona mesoamericana y para las que nuestros ancestros indígenas no habían desarrollado defensas inmunológicas. 

Eric Rosas   

Por supuesto que luego de todo este tiempo transcurrido, el mundo y México han evolucionado y acrecentado su acervo de conocimiento científico. Sabemos ahora que una pandemia como la del Covid-19 es provocada por un virus completamente natural y no, por ejemplo, consecuencia de un castigo divino resultante de un mal comportamiento, ni individual ni de nuestra sociedad en su conjunto. Por tanto debemos de hacer frente sin supersticiones, pero sí con todas las herramientas científicas que tenemos a nuestro alcance, de la misma manera que lo están haciendo gobiernos como el chino, el británico y el estadounidense. Estos dos últimos han delineado sus estrategias de combate al Covid-19 a partir de una serie de nueve informes científicos publicados por el Colegio Imperial de Londres (hasta hace unas décadas llamado Imperial College for Science, Technology and Medicine). Los informes de esta internacionalmente prestigiada institución de la isla británica alertaron al gobierno del primer ministro, Boris Johnson, acerca de la alta probabilidad de que en ese país fallecieran más de medio millón de personas, si no cambiaba de inmediato su estrategia de combate al virus para basarla en el distanciamiento social. 

Las simulaciones computacionales desarrolladas por los científicos del Colegio Imperial de Londres, al igual que otros que también han presentado muchas más universidades del mundo, funcionan con modelos matemáticos muy bien conocidos que reproducen y proyectan el contagio exponencial de la enfermedad a partir de parámetros como: el tiempo de incubación del microbio; su nivel de contagio; la composición demográfica de la población afectada – entre otros, aspectos como la distribución por grupos de edades, la densidad poblacional en el territorio del país y la proporción poblacional especialmente vulnerable –; sus tiempos promedio de supervivencia en distintos ambientes y superficies; etc. Pero su eficiencia y precisión dependen de que sean alimentados con información fidedigna, por ejemplo, del número real de infectados, de fallecidos a consecuencia del virus y de recuperados. 

Todos los modelos ensayados indican que la única forma de paliar una catástrofe es distanciándonos socialmente, para con ello evitar que el contagio afecte a la mayor parte de los habitantes, causando un problema insuperable como el eventual colapso del sistema de salud. Éste podría generarse al recibir un número de pacientes graves que supere con creces al de camas de hospital y equipos de respiración artificial disponibles, o a las capacidades de atención de terapia intensiva instaladas. En adición al distanciamiento social, gobiernos como el de nuestro vecino del norte y el del Reino Unido, han implementado otras acciones como destinar recursos extraordinarios para acelerar el desarrollo de la vacuna contra el Covid-19 y aumentar la producción de ventiladores artificiales, desinfectantes y pruebas de laboratorio para identificar personas infectadas. 

Lo anterior, dicho sin aberraciones. 

e.rosas@prodigy.net.mx 
Twitter: @DrEricRosas 


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