2020-02-14-familia-y-sociedad-13

Familia y Sociedad 22

El amor y el matrimonio… 

Muy querido(a) lector(a)!!!! Le abrazo con un afectuoso saludo, deseando lo mejor para usted y para su apreciable familia. Aprecio y agradezco el favor que usted me confiere al dedicar tiempo y espacio en su agenda para la lectura de la presente columna… Le comento que en ésta edición nos ocuparemos del tema del “amor y el matrimonio”, pues es un hecho que, en la actualidad muchos de nuestros jóvenes desconocen la verdadera trascendencia de realizar tal elección personal, así como, las implicaciones que semejante alternativa significa para ambos consortes, debido a que tal decisión generará consecuencias en la vida de ambos, así como en la prole.  

Laura Barreal Danel 

El matrimonio moderno da la impresión, según Joseph Höfffner, de ser una fortaleza cercada: los que viven en el interior quieren salir, los del exterior quieren entrar. 

Es una realidad que el matrimonio, aunque con sus variaciones según las épocas y los pueblos, ha existido siempre tal y como nosotros lo entendemos.  

Algunos autores coinciden en que se trata de algo que va de acuerdo a la naturaleza misma del varón y la mujer, iguales y distintos  -complementarios-, que se perfeccionan mutuamente a través de una unión estable, de la que nacen nuevos seres humanos, con necesidades psicológicas, afectivas, educativas, que requieren de la presencia y apoyo de ambos padres: de esa unión. 

K.Wojtyla en “El don del amor” afirma que todo acto de amor es una dádiva, un don.  El acto de amor por el que dos personas se comprometen en matrimonio es una entrega de la propia persona a la persona del ser amado, y esta entrega presupone cierta autoposesión de aquel que se dona. Es decir, no podemos darnos a nosotros mismos si previamente no nos poseemos, y esta posesión se va logrando con la madurez. 

El amor, para que realmente sea amor, debe ser libre;  y será tanto más libre cuanto mejor sea nuestro conocimiento propio y conozcamos más a la otra persona. 

Los animales no son capaces de amar porque están atados a sus instintos. Pueden parecer libres, al menos externamente, pero siempre actúan por instinto.  Los seres humanos también tenemos instintos pero podemos moderarlo (por ejemplo, comer menos), controlarlo (por ejemplo, no dejarnos llevar por la ira),  desviarlo (por ejemplo, no querer conservar alguna imagen en nuestra imaginación),  desenfrenarlo (por ejemplo, beber todo el alcohol que se pueda) o sublimarlo (por ejemplo, cuando el sentimiento acompaña al amor).  Todo esto gracias a la libertad por la que podemos dirigirnos a los fines que previamente hemos elegido. 

María Consuelo y María del Rosario Sánchez Muñiz, en su libro “¿Matrimonio feliz? Descúbrelo tiempo” refieren cómo en la juventud, la experiencia amorosa se vive en gran medida como algo impuesto por un destino desconocido que despertó en nosotros una pasión y, de pronto, sin saber cómo ha sucedido, ya estamos enamorados. Surge entones el refrán “Sobre el corazón no se manda”. Y es verdad que, en el enamoramiento influyen componentes orgánicos que nos llevan a decir cosas como : “entre nosotros no hay química”, o viceversa. 

Si dejamos a un lado el proceso del enamoramiento, señalan las autoras,….. que el amor es un acto libre, el acto más libérrimo que podemos ejecutar: nadie nos puede obligar a que nos enamoremos de una persona concreta. Y el amor será tanto más libre cuanto mejor nos conozcamos a nosotros mismos y cuanto mayor dominio de nosotros mismos tengamos. Del mismo modo, cuanto mejor conozcamos a la otra persona, mejor podremos aceptar la donación que de su persona nos hace. 

Las Hermanas Muñiz refieren a la madurez personal como capacidad de compromiso, como requisito para poder comprometerse. Siendo que, la persona madura es objetiva a la hora de juzgarse a sí misma y también en su valoración de las demás personas. Sin embargo, es verdad que nadie puede creerse lo suficientemente maduro: ya que siempre podremos crecer en madurez. Sin embargo subrayan, se puede decir que una persona es más madura que otra cuando su percepción de la realidad se acerca bastante a la realidad misma, y que otra persona es inmadura porque distorsiona la realidad sobre su propia persona o la de los demás, creyendo que sólo ella tiene cualidades y que los demás son culpables de todos los hechos negativos que suceden. 

Según Enrique Amat, en su libro “Claves de la inmadurez para el matrimonio”, la inmadurez puede deberse a factores personales, educacionales o sociales.  

Se dice que una persona va madurando cuando se hace responsable de sus propios actos, es decir, va siendo capaz de responder ante las consecuencias que se siguen a sus elecciones. Una persona que no es responsable no puede comprometerse, ya que al no responder de sus actos no cumplirá con lo acordado.  El compromiso es el “acuerdo obtenido mediante concesiones recíprocas”Y en el matrimonio, la concesión recíproca es el propio cuerpo.  

Querido(a) lector(a)!!! muy importante resulta hacernos conscientes del profundo significado del matrimonio, así como, de los efectos que éste implica hacia la vida de otras personas.  Relevante resulta pues trabajar en nuestra propia madurez, en cuanto a la capacidad de compromiso que cada uno de nosotros descubrimos en el propio desempeño desde el particular compromiso de donación para la construcción del proyecto de vida en común que representa el matrimonio.  

                                                                                                  Y… Hasta la próxima, querido(a) lector(a)!!! 

                                                                                          Nos encontramos en orientafam.lbd@gmail.com          

(Foto:   Sandy Millar en Unsplash)


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