- Constitución y posible transformación
- Aniversario que demanda pronunciamientos
- Frente a los retos que impone la realidad
- Distante el México de hace cien años
Cabe esperar que la celebración del día de hoy del 103 aniversario de la promulgación de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos -que reformó la del 5 de febrero de 1857-, exprese características especiales que correspondan a la idea y el proyecto que el país intenta consolidar el nuevo gobierno encabezado por el Presidente ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR, en la búsqueda de una llamada Cuarta Transformación que fuera equiparable a las anteriores de la Independencia, la Reforma y la propia Revolución de 1910 que llevó a la redacción de nuestra actual Carta Magna.
Si tal transformación, como pretende, fuera posible por las vías pacíficas que hasta hoy han sido respetadas, tendrá que mantenerse bajo la égida de un Estado de Derecho cuyo soporte fundamental sea la misma Constitución y las leyes e instituciones que de ella emanen y hayan sido construidas.
No cabe ya ahora la consigna propagandística de campaña de “al diablo con las instituciones”, cuando éstas, aún con sus lacras y debilidades han sido trabajosamente construidas en respuesta a las diversas necesidades populares y del país, amparadas en la solidez de los preceptos constitucionales.
Vale desde luego la intención y la iniciativa de transformar tales instituciones en procura de su evolución y mejora, siempre y cuando los cambios propuestos o realizados sean en pro del beneficio colectivo de la sociedad a la que sirvan y no de la consolidación o afianzamiento de uno o determinados grupos o intereses políticos.
Si la Constitución mexicana promulgada el 5 de febrero de 1917, fue la primera en el mundo en incorporar los derechos sociales como garantías constitucionales, como tal debe mantener su vigencia, respaldada en gobiernos que aseguren su continuidad, aún bajo concepciones que busquen la transformación radical del país.
Habrá que recordar que la concentración del poder y la riqueza llevaron al estallido de la Revolución de 1910, que tuvo un marcado contenido social cuando los anhelos y demandas de los campesinos, trabajadores y sectores populares mexicanos dieron forma y contenidos de la lucha armada.
Tales anhelos, ya prefigurados en el Programa del Partido Liberal propuesto por los Hermanos FLORES MAGÓN y en el Plan de San Luis, pasando por el Plan de Ayala de EMILIANO ZAPATA, la Ley Agraria de 1916 promulgada por VENUSTIANO CARANZA, hasta la promulgación de Constitución de 1917.
Recordar que al inicio del siglo XX, el descontento de la sociedad mexicana proliferaba por los abusos del régimen dictatorial de PORFIRIO DÍAZ cuando grupos de liberales declararon la muerte de la Carta Magna promulgada por la generación de la Reforma hasta que en 1906 se publicó el Programa del Partido Liberal Mexicano fundado años antes por CAMILO ARRIAGA los mencionados HERMANOS FLORES MAGÓN en el que se proponía terminar con la simulación en la que se había convertido la aplicación de la Ley y la justicia y con una propuesta programática, se estableció la ideología que impulsó la Revolución Mexicana.
El gobierno de FRANCISCO MADERO puso en marcha a una serie de transformaciones. Sin embargo, el cuartelazo contrarrevolucionario VICTORIANO HUERTA acabó con su gobierno democrático y si bien el constitucionalismo, villismo y zapatismo, lograron derrotar al gobierno ilegítimo en julio de 1914, sin embargo, las diferencias entre VILLA y CARRANZA habían llevado a la ruptura entre ambos ejércitos.
CARRANZA intentó evitar el enfrentamiento entre las corrientes revolucionarias convocando a una Convención en la ciudad de México. VILLA no aceptó y se acordó celebrar una Convención Revolucionaria en la ciudad neutral de Aguascalientes. En ella debían estar representadas todas las corrientes, su objetivo sería discutir y aprobar el programa de gobierno revolucionario.
La Convención tuvo la intención de dar cauce a las voces de los revolucionarios triunfantes, mas sin embargo ahondó la escisión entre ellas, aunque CARRANAZA fortaleció su liderazgo con la expedición de leyes que lo colocaron a la vanguardia en la organización del país y junto con sus triunfos en el campo de batalla, le permitieron afianzarse como el promotor de la legalidad, cuyo resultado fue la Constitución de 1917, que este día conmemoramos.
Como se ve, fue el resultado y conclusión de una serie de luchas políticas y armadas que dieron cauce a la construcción del país que a poco más de un siglo de distancia requieren de nuevas transformaciones que consoliden las aspiraciones de nuestro país, relativamente joven, frente a los retos y condiciones futuras que impone la realidad del presente siglo.
Es ante estos retos cuando la conmemoración de este día demanda pronunciamientos y definiciones pertinentes de los gobiernos, administradores y propulsores de los derechos sociales que regula nuestra constitución, bajo las condiciones que la llamada Cuarta Transformación pretende trascender, para en efecto representar una nueva revolución, aunque por vías pacíficas y legales. Ojalá lo logre.
(Foto: Especial Portal)
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