El inicio de un nuevo año… UN DESAFÍO
Muy estimado(a) lector(a)!.....Le saludo con mucho gusto, deseando que su vida y la de su familia sean muy bendecidas. Asimismo, le reitero mi gratitud al tiempo y espacio que usted hace favor de dedicar a la lectura de la presente columna, la cual hoy referiremos a una pequeña reflexión sobre el reto que significa para cada persona la oportunidad de dar inicio a un nuevo año.
Estamos iniciando un nuevo año y sabemos que cada año trae consigo muchas cosas: nuevas experiencias: buenas y malas noticias, celebraciones, desafíos, ciertas dificultades, así como, diferentes niveles de pérdidas… Sin embargo, seguramente también tendremos oportunidades de perdonar… y comenzar de nuevo.
Para lograr sortear todo aquello que nos ofrecerá el año que estamos iniciando, cada uno de nosotros posee una valiosa herramienta que nos ha sido regalada desde el momento en que recibimos el don de la vida y que se refiere a la interioridad, la cual consiste en “hacer de la vida espiritual un material de crecimiento…” No obstante, pareciera que en los tiempos que nos toca vivir, la sociedad vive inmersa en la superficialidad, así como, en ideologías materialistas, hedonistas, individualistas, entre otras; además de la inmediatez en la que la tecnología nos viene acostumbrando en un ritmo de vida acelerado que parece no dar oportunidad de detenerse a la reflexión y al discernimiento… al ejercicio del pensamiento.
En dicho contexto, es un hecho que si nosotros mismos no nos rescatamos de ésta vorágine, precisamente con la inmediación del pensamiento, corremos un enorme riesgo de llegar al punto de alejarnos y desconocer la verdadera esencia de la que estamos hechos y que nos otorga la maravillosa característica, exclusivamente humana, de ser únicos e irrepetibles. Y es que, si nos detenemos a pensar, no hemos sido “creados” en una línea de producción en serie; cada uno de nosotros representa un proyecto a realizar, construyéndolo con los dones que poseemos…, inteligencia, voluntad, libertad y por supuesto, una dignidad que nos otorga el valor del que cada uno goza.
Sin embargo, requerimos atender nuestra dimensión espiritual para descubrirnos y entonces reconocernos en nuestro propio valor para que, valiéndonos de nuestra interioridad logremos hacer de la espiritualidad un verdadero material de crecimiento que nos permita entablar una relación con nosotros mismos, para auto-poseernos, ser más dueños de nosotros mismos. De éste modo, desarrollaremos la capacidad de construir mejores relaciones con nuestros semejantes y con el entorno, para vivir en armonía y ser más conscientes en la respuesta a los desafíos que el nuevo año trae consigo.
Es una realidad, que cada uno de nosotros contamos con las herramientas necesarias para hacer frente a los retos que la oportunidad de un nuevo año nos presenta, sí y solo sí, desde nuestra libertad “elegimos” descubrir nuestra interioridad para rescatarnos de una sociedad impersonal, cuyas pretensiones se limitan al utilitarismo de las personas como simples medios o mercancías que abonen a los intereses y peculios de unos cuantos, haciendo a un lado la humanidad y dignidad de cada ser humano, a cambio de ofertar satisfactores inmediatos que de ninguna manera repararán en beneficios ni reales ni permanentes. Pues es tan fugaz el efecto, que en un corto plazo se generará un nuevo requerimiento y así, de manera consecutiva, para cumplir entonces con las expectativas financieras de quienes resultan beneficiados en el mundo de competitividad y manipulación en el que estamos inmersos. No obstante, tengamos muy presente que si contamos con el maravilloso don de la libertad, podremos entonces rescatar nuestra individualidad y construir una vida única e irrepetible como corresponde a la dignidad de la cual hemos sido dotados para nuestro paso por el mundo.
Y.......Hasta la próxima, querido lector(a)!!!!!
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(Foto: Cristian Escobar en Unsplash)
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