2020-01-17-la-voz-poetica-13

La Voz poética 16

De la mano ® 

Los atardeceres de este enero parecen nubes de azúcar, que se asemejan a las memorias dulces de aquella temporada, cuando nuestra piel era la isla desierta en las rutas de nuestros navíos en la que naufragamos.  En aquel momento bebimos el licor repentino de lo prohibido entregando el alma, con ansiedad nos bañamos en agua salada y en suspiros guardamos la eternidad de descubrir la magia de un escuchar el retumbar de nuestros latidos al dormir… 

Daniel Cortez 

Hoy, años después, pronuncio tu nombre como el culto que aclama los momentos más hermosos de mi vida. Entender el aroma incierto del cuerpo que enfrenta el deseo, es retomar aquel instante donde tu vida y la mía se hallaron en el roce de unas manos cuando chocaron nuestras voces y encontramos la luz de nuestras miradas. 

Hemos conseguido que la arena esté a nuestro favor a pesar de la distancia que a veces solemos tener, pero en la oscuridad de la habitación, entre las sombras, nos damos los mejores motivos para esperar las estrellas atados a nuestros labios, cerrar los ojos y abrir el pecho en noches de luna, en el que las luces son el principio de la agónica muerte de cada tarde.  

Percibo como el paso del tiempo comienza a hacernos en polvo, y no es malo cuando la humedad nos entrelaza y nos convierte en barro, renacemos en el rito de volvernos uno mientras bulle la sangre. Navegamos en el fuego de las palabras sedientas que los besos descifran, hace muchas caricias que el alma dejó de lado a los cuerpos y vivimos el sentimiento puro.  

El cielo en un guiño crea colores para el inicio del culto sagrado de emprender el sueño, la muerte diaria para renacer como cada invierno, recorriendo los caminos y de la mano, respirar el amanecer… 

(Foto: Bhavyesh Acharya -Unsplash)


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