En su gran mayoría herederos de una gran tradición familiar, las artesanas y artesanos ganadores del certamen “Artesano mexiquense. Manos que dan vida”, organizado por la Secretaría de Turismo a través del Instituto de Investigación y Fomento de las Artesanías del Estado de México (IIFAEM), hablan de lo que significa su trabajo, no sólo como una vía de sustento, sino como un oficio que les da satisfacciones personales.
Redacción
Entre los de mayor trayectoria y prestigio, está la señora Gloria Palacios León, de la comunidad de Molino Bajo, municipio de Temoaya, quien bajo el apoyo y la instrucción del Banco de México y la empresa Tapemex, aprendió a elaborar los finos y laboriosos tapetes anudados a mano, que le han dado fama a esta región del Estado de México.
Doña Gloria empezó a realizar sus primeros tapetes en 1969, y, desde entonces, sus incansables manos han realizado millones de nudos para las innumerables piezas que ha realizado durante 50 años.
Otro artesano de trayectoria es Othón Montoya León, del Pueblo Mágico de Metepec, que, desde los ocho años, empezó a moldear sus primeras piezas de barro sin pensar que ese oficio llegaría a ser el sustento a lo largo de su vida.
A los 10 años participó en su primer concurso y a lo largo de más de siete décadas ha seguido concursando en diferentes certámenes locales, estatales y nacionales, en los que ha obtenido numerosos reconocimientos, como el Galardón Nacional y el Galardón por Trayectoria, que se otorga como una categoría exclusiva en el marco del Gran Premio Nacional de arte Popular.
Otro caso digno de mencionar es el Rosario Núñez Flores, artesana originaria de la comunidad de Ixpuichiapan, Tenancingo, donde elabora el empuntado o “rapacejo”, considerada la parte más laboriosa de los ya famosos rebozos de Tenancingo, a los que ella dedica mucho ingenio y meses de esmerado trabajo.
Doña Rosario Núñez refiere que, a lo largo de su vida ha obtenido distintos premios, pero, sin duda, hasta ahora el más importante fue el Galardón Presidencial, que ganó en 2016.
Otro artesano de Temoaya, que lleva 20 años realizando finos tapetes anudados a mano, es Leonel Patricio Palacios, quien considera que, con su labor y la de su familia, contribuyen a preservar la tradición artesanal del Estado de México.
“Es lo que nos da identidad a nuestra comunidad y a nuestro municipio”, menciona Leonel.
Pero no sólo él aprendió de su madre el oficio de tejedor de lana, también sus hermanas y su padre, junto con otras personas de su comunidad, han hecho de esta actividad parte primordial de su vida y la principal fuente de recursos económicos para el sustento familiar.
La única que “rompió el molde”, es Sayra Sandoval Miramón, joven artesana de la comunidad de San Pedro Atlapulco, Ocoyoacac, quien no trae tras de sí una tradición artesanal heredada por su familia o amigos.
Tras aprender a trabajar con papel y cartón como parte de su formación teatral, hace cinco años Sayra decidió dedicarse a elaborar ingeniosas piezas pintadas a mano, con las cuales se ha ido abriendo camino como artesana cartonera, actividad por la que ha conseguido varios reconocimientos, y los recursos económicos que ha obtenido, le han servido como capital semilla para iniciar nuevos proyectos y seguir avanzando en su labor.
“Creo que la cartonería me ha transformado muchísimo. En un primer momento era un recurso que tenía para el teatro, pero con el tiempo me iba dando cuenta que a través de la cartonería podía plasmar, de una manera plástica, lo que estaba pensando y lo que me importaba”.
(Foto: Especial Portal)
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