3 para 37 ®

Estoy nuevamente en el tercer suspiro del año, al pie del tiempo  que cada vez consume con más prisa mis pulsaciones, los 365 días anteriores marcaron de indeleble tinta las huellas de los pasos que di, me hubiera gustado contar que la paleta de colores esperada al inicio del período anterior habían logrado una obra de arte en mis manos, sin embargo, no tengo una certeza clara de lo que los pasos consiguieron en este tono amargo que es mi vida.

Daniel Cortez

El fuego que siempre me motiva reencontró en la escritura un ligero lugar para existir, aun cuando el cielo se ha fragmento tantas veces encontrando un mar en las mejillas. Quizá no soy un artista que pueda hacer en un bastidor magia con los colores primarios como era mi meta para mi invierno 36,  y así me atreví a intentarlo, dejando jirones de melancolía al paso de los tonos que matizaron las estaciones hasta llegar a este punto. 

Se esclarece en mi mente el firmamento para ver cómo me sonríe la luna, brillan mis ojos como cometas esparciendo un toque de letras a las estrellas, en esta ocasión, la melancolía no consume mi día, por ello, este 3 de enero es el inicio de un capítulo más de esta historia, sé que de colores no es mi vida, y por ello, eso de la pintura no se me da, tengo claro que la escala de grises tampoco va conmigo (aunque de negro, me veo bien). 

Es simple, debo ser quien estoy destinado a ser, siguiendo las reglas que me impone el camino que elegí, no seré el tipo triste que observa el infinito, ni me quedaré preguntando si hay un Dios… entiendo lo mística que puede ser la vida creyendo en algo, y que la  chica de azul, algún día tocará mis sentidos y formaremos el universo, ya sea en letras, en emociones, o simplemente bebiendo días juntos en lo rojo de un sentimiento.

Siento lo gélido del respiro invernal al comenzar este latido, 3 para 37: es el código que en puntos suspensivos indican el comienzo, de un nuevo ciclo.

(Foto: Redes)