Como el Ave Fénix
La devastación que está ocurriendo en el sistema de ciencia y tecnología de México no cesa. El desconocimiento que Maria Elena Álvarez-Buylla Roces tiene acerca del funcionamiento del sector científico y tecnológico mexicano, cuyos intereses y necesidades debería cuidar y defender, ha derivado en acciones que se confunden entre la torpeza y la malicia. Sin embargo, de las cenizas que queden al final de esta nefasta administración de Álvarez-Buylla al frente del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT); la sociedad, la iniciativa privada y el gobierno de México, habrán de hacer resurgir cual Ave Fénix, a un moderno y funcional sistema de ciencia, tecnología e innovación, que le permita a nuestra nación liberarse de los lastres que se fueron arraigando tras décadas y terminaron por atrapar al talento joven en una pegajosa telaraña, que ha impedido que nuestro país capitalice los recursos humanos, materiales y financieros, que ha destinado a estas actividades, sin que la calidad y cantidad de sus resultados alcancen los niveles que merecemos tener como una de las economías más importantes, una de las naciones más pobladas y uno de los territorios más ricos en recursos naturales, del orbe.
La pifia de Álvarez-Buylla de eliminar el Programa de Estímulos a la Innovación, se debe a todas luces a la incapacidad de la directora general del CONACyT, para entender la importancia que tiene el crear sinergias entre el gobierno y la iniciativa privada, para fomentar la transferencia del conocimiento y con ello generar tecnologías nuevas que puedan convertirse en la urgente innovación que requiere el país. Esto es, crear la articulación que se requiere lograr entre la investigación básica y aplicada, y el desarrollo de negocios; servir como puente entre los niveles de madurez de tecnología – conocidos en inglés como los Technology Readiness Levels, TRLs – que alcanza la academia y los que resultan costeables para las empresas, de manera que el conocimiento generado por la ciencia, pueda convertirse en tecnología y luego en productos y servicios innovadores, que creen nuevos negocios, mismos que podrán generar puestos de trabajo, activando así, un ciclo virtuoso que fortalece a la economía y de manera natural se traduce en el incremento del bienestar y de la calidad de vida de las personas, que son, a final de cuentas, los contribuyentes del erario.
Parte de la inoperancia actual del sistema de ciencia y tecnología de México, y que de manera sistémica excluye a la innovación, se debe a la confusión entre los intereses tan diferentes que motivan a la generación de conocimiento y a la creación de negocios, lo que no significa que éstos sean antagónicos. Las tres actividades se requieren para construir una sociedad económicamente sana, pero deben ser atendidas con enfoques distintos y por agencias gubernamentales diferentes. La ciencia debe quedar soportada por una fundación que califique y financie proyectos de investigación científica que sean del interés de la humanidad entera; el desarrollo de tecnología debe ser impulsado por otra entidad distinta, capaz de coordinar las diferentes necesidades de la sociedad mexicana en todos los ámbitos: salud, educación, comunicaciones y transportes, generación de energía de fuentes limpias, seguridad, alimentación y nutrición, etc. Y la innovación tendría que ser estimulada por el gobierno mediante programas y acciones, que fomenten las sinergias requeridas entre la academia y la industria.
Lo anterior, dicho sin aberraciones.
e.rosas@prodigy.net.mx
Twitter: @DrEricRosas
(Foto: Redes)
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