El Azote de la Ciencia
Cual Atila, el guerrero huno a quien se le conoció como “El Azote de Dios”, la bióloga Maria Elena Álvarez-Buylla Roces, a quien el presidente Andrés Manuel López Obrador designó como directora general del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT) y mantiene inexplicablemente en su encargo despreciando el desesperado clamor de la comunidad científica; parece empecinada en no dejar piedra sobre piedra en el ámbito científico de México.
Quizá debió haber sido evidente para todos desde que recibió el Premio Nacional de Ciencias 2017, en la modalidad de Ciencias Físico-Matemáticas y Naturales de las manos del entonces presidente Peña, que Álvarez-Buylla no era la científica que aparentaba; sino una irracional activista pro-comunismo, gusto heredado quizá de su abuelo Wenceslao Roces. Pero incluso él, debe encontrar desasosiego en su tumba, al conocer de las tropelías que su nieta está cometiendo al frente del CONACyT, la agencia gubernamental que tiene como mandato administrar los recursos que el Estado Mexicano destina al fomento de la ciencia y la tecnología. Maria Elena es, evidentemente, la excepción en una familia de respetados académicos, cuyos ancestros se exiliaron de España a consecuencia de la intransigencia de la dictadura de Franco y encontraron en las máximas instituciones educativas de México, la acogida de un pueblo noble y de mente abierta. Es esta insultante contradicción la que torna aún más insensata la actuación de esta directora obsesionada con imponer su voluntad y su particular forma de pensar, a toda una comunidad de científicos y tecnólogos mexicanos que han sido engañados con la promesa de cambio y el discurso oficial de combate a la corrupción, alejado por completo de las reales intenciones de la administración del CONACyT, pero que se usa como estandarte falso para destruir todo lo construido durante décadas.
Luego de casi trece meses de desarticular con extrema virulencia el sistema científico mexicano; de trasgredir impunemente la ley; de utilizar la estructura del CONACyT para colocar a recomendados sin méritos en posiciones de toma de decisiones, sólo para que reciban un salario del erario; de mentir con total cinismo en cada foro en el que se presenta a hablar de logros y beneficios que nadie más puede constatar; Maria Elena no para de destrozar el futuro de México. Ahora despidió a un sinnúmero de jóvenes catedráticos del CONACyT. Estos jóvenes doctores, que fueron formados con becas del CONACyT en distintas universidades del mundo y a quienes México acogió de regreso – igual que como hace décadas lo hizo también con los Álvarez-Buylla y los Roces –, para beneficiar al país con su conocimiento y talento, ahora están sin empleo y puede que pronto tengan que emigrar. Quizá emulando la sentencia de su jefe, parece que Álvarez-Buylla no necesitará de un año más, para volver irreversible el destrozo de la comunidad científica de México. Al igual que el destructor de Atila, tras su paso por el CONACyT, no quedarán ni cenizas del esfuerzo y del trabajo colectivo de millones de mexicanos, verdaderos académicos, tecnólogos y científicos, que han dedicado sus vidas a construir un mejor futuro para la nación mexicana. En poco tiempo más el CONACyT se habrá convertido en un mero instrumento de control y adoctrinamiento, de una comunidad que pronto comenzará a emigrar a oasis de apertura e inteligencia, dejando a México desierto de oportunidades para el futuro.
Lo anterior, dicho sin aberraciones.
e.rosas@prodigy.net.mx
Twitter: @DrEricRosas
(Foto/Pintura: Wikipedia-Atila y sus hunos invadiendo Italia, por Ulpiano Checa (1887).
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