Según lo narra Marco Polo en su libro Il millione, también conocido como Los viajes de Marco Polo, las piñatas son originarias de China, en donde se utilizaban para las celebraciones de año nuevo. Posteriormente, Marco Polo llevó esta tradición a Italia en donde se adaptó a las festividades de la cuaresma. De allí pasaron a España, desde donde se difundió la práctica de la piñata en México, donde se hizo muy popular. Sin embargo, también existe evidencia de que los aztecas realizaban una festividad similar para celebrar al dios Huitzilopochtli.
Leila Vargas
La tradición de la piñata moderna se dice que se originó en el mismo momento en que se originaron las posadas de la Navidad en Acolman de Nezahualcóyotl, en el estado actual de México, cerca de la zona arqueológica de Teotihuacán. En 1586 los frailes agustinos de Acolman recibieron la autorización del Papa Sixto V para celebrar lo que se llamó “misas de aguinaldo”, que más tarde se convirtieron en las posadas.
Fue en esas misas que tuvieron lugar en los días previos a la Navidad que los frailes introdujeron la piñata. Ellos usaron la piñata como una alegoría para ayudarse en sus esfuerzos por evangelizar a los pobladores de la región. La piñata original tenía la forma de una estrella con siete picos. Los picos representaban los siete pecados capitales y los brillantes colores de la piñata simbolizaban la tentación.
Hoy día, el ritual ha cambiado, para romper la piñata, las familias hacen un esfuerzo, pues las posadas significan un gasto extraordinario, sin embargo, los locatarios del Mercado 16 de septiembre aseguran que este año el sacrificio no será mayor pues los precios de los dulces y la fruta de la que tradicionalmente se llena, se mantienen en estables con relación al año anterior.
En lo que refiere a la fruta más solicitada de la época, la uva, aseguraron que ésta no se encarecerá, por el contrario, conforme se acerque el Año Nuevo, bajará de precio, que ahora está instalado en 20 pesos el cuarto de kilo.
En los pasillos de los mercados, en especial del 16 de septiembre, ya se escucha el tradicional “pásele, marchanta, marchante, tenemos todo para su ponche, para su piñata”.
Los comerciantes refirieron que, para una tradicional posada, con ponche y piñata las familias tendrán que gastar un promedio de 500 pesos, ya con todo y dulces.
“Hay precios accesibles para las piñatas, para el ponche, ha venido demasiada gente, gracias a Dios, ya se siente el espíritu navideño en el mercado 16, piñatas tenemos desde los 40 hasta los 80 pesos, las tradicionales de siete picos, también tenemos de barro, prácticamente se llena con unos 150 pesos ya con fruta y dulces, ese es el precio menos comercial para las posadas”, comentó David, locatario.
Esta semana, abundó, el kilo de tejocote se cotiza en 25 pesos, la caña y guayaba en 20 pesos, los tamarindos en 10 pesos por un cuarto, mientras que la manzana es el producto que más se ha elevado en su precio, pues por kilo se deben pagar de 50 a 60 pesos si se busca el tipo Washington, sin embargo, la nacional está en rangos de 20 a 30 pesos el kilo.
Aunque la gente llega y sí ha buscado los productos de temporada, hay otros que han desaparecido de los anaqueles del Mercado 16 de septiembre casi por completo, como la colación.
Por su parte, Porfirio Espejel, productor de piñatas en la ciudad de Toluca desde sus trece años, ha elaborado y encontrado en este oficio una fuente no solo de empleo, sino de satisfacción a su trabajo.
“Comenzaba a hacer piñatas cuquitas, yo solito me las ingenie para hacer eso, sobre de eso, nos dedicamos a mejorar la técnica, ahorita es el tiempo que mis hijos y toda mi familia se dedica al mismo negocio” comenta el productor.
Una piñata se lleva más de medio día en ser producida, su elaboración consiste en cortar, armar, esperar y adornar sucesivamente, con diferentes materiales y técnicas, la piñata se ha presentado en diferentes modelos, tamaños y presentaciones.
La piñatas pueden alcanzar una dimensión desde un metro ochenta hasta los diez centímetros y con el paso del tiempo su popularidad y demanda ha incrementado, además de su importancia cultural, con la limitante de que una posada solo puede ser posada si se rompe una piñata.
(Foto: Luz Gutiérrez)
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