Movilidad urbana, la solución está en el territorio, no en los coches
La movilidad urbana es el desplazamiento de los habitantes de una ciudad, resultado de una vida moderna en donde es necesario el uso de medios de transporte a fin de acortar tiempos de un punto a otro. La movilidad ha pasado de ser una necesidad a un estilo de vida, que permite tener distintas actividades en lugares relativamente alejados, tan estilo de vida se ha vuelto que planificamos nuestro día a día en función de los tiempos de traslado. Tal ha sido el impacto de la movilidad en nuestras vidas que suena IMPENSABLE el hecho de no usar medios de transporte (propios o públicos) en nuestra vida cotidiana, pero si bien estos han facilitado el proceso de la movilidad urbana, también su mala gestión y poca regulación, ha traído consigo problemas graves, siendo la contaminación el principal reto a vencer de la movilidad urbana.
Un ejemplo cercano y claro de esto es la Ciudad de México, en donde en el año de 2016, por primera vez después de 14 años (empezaron a morir los pajaritos), se vivió lo que es considerado el día más contaminado en la historia, activándose la contingencia ambiental fase 1, donde deja de circular aproximadamente el 20% del parque vehicular total de un día normal.
Las políticas de movilidad incrementan cada vez su importancia en el diseño de las ciudades, todos los ciudadanos perdemos diariamente tiempo y dinero ante la falta de inversión y políticas claras de movilidad.
Hace muchos años, las primeras políticas al respecto se centraron en solucionar problemas de tráfico y transporte, sin embargo, esto incita aún más a usar el vehículo, generando nuevamente el problema que se pretendía atender: el tráfico vehicular.
Posteriormente, se optó por disminuir el volumen del tráfico, mediante el reordenamiento del desplazamiento en el transporte público; teniendo un costo bajo, pues se hace uso de la infraestructura existente. Algunos ejemplos de esto son los carriles exclusivos para autobuses. El problema con este tipo de políticas es que no se garantiza una disminución en el uso de vehículos particulares y que los autobuses respeten sus carriles, inclusive se podría generar más tráfico, debido a que se disminuyen los carriles, pero no el número de automóviles.
También, existen políticas que ponen énfasis en disminuir el uso del automóvil, a través de medidas regulatorias orientadas a cambiar los hábitos y comportamientos de los ciudadanos. El “hoy no circula” es el ejemplo más claro, implementado desde el año 1989 en el entonces Distrito Federal, teniendo como objetivo principal la restricción del uso del automóvil. Las políticas de gestión de la demanda también consideran fomentar el uso del transporte público o medios alternos como la bicicleta, y caminar, para trasladarse.
La solución está en la disrupción, es decir, el ordenamiento territorial
Dado que las políticas centradas en el ordenamiento vial no han dado los resultados esperados, en los próximos años veremos que las ciudades más innovadoras pondrán en marcha políticas que disminuyan la necesidad de desplazarse, mediante el control del crecimiento desmedido de las ciudades, teniendo como propuesta la idea de zonas residenciales; en donde el acceso a un trabajo, bienes y servicios es posible a pie o con el uso del transporte público.
Asimismo, se tendrá que implementar la movilidad transversal, que considere incluir a ciclistas, motociclistas y peatones, puesto que son parte de los elementos de la movilidad; no solo centrarse en automóviles, creando puentes, segundos pisos, retornos que hacen que aumente el uso de automóviles privados. Pero a pesar de que las políticas de movilidad han ido en etapas, en ninguna se procura la gestión del tráfico y el deterioro del medio ambiente, entonces, ¿hacia dónde vamos?
* Consultor en Gobernova
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