En 1999, don Eduardo fundó el Rancho Doña Flor, uno de los casi 600 espacios mexiquenses donde se siembran los árboles que habrán de decorar las casas en época decembrina. 

Miguel García Conejo 

Ver el Sol brillar y saber que se tienen casi cuatro hectáreas repletas de magia navideña para cuidar todo el año, es uno de los motivos de Eduardo para levantarse temprano y poner en cada árbol, un toque de amor, esfuerzo y sacrificio. 

Orgulloso de su labor, reconoce que los últimos 20 años han sido complicados, sin embargo, las satisfacciones de no sólo poner magia navideña sino cuidar un pulmón en su municipio, son cuantiosas. 

A sus 74 años, Don Lalo camina por su pedacito de paraíso invernal, al que le dedica sus días enteros para controlar las plagas, para ver crecer sus abetos en alrededor de cuatro hectáreas, pues a cada uno le invierte entre y cinco y 13 años. 

“Hay que tenerle paciencia y principalmente dedicación porque es lo que necesita una plantación comercial: dedicación y aprendizaje del árbol. Uno nunca termina de aprender de los árboles, todo el tiempo hay que saber qué es lo que tiene, qué le pasa, qué le acontece, de estar todo el tiempo en el trabajo”. 

Hoy, camina lento, pero a paso firme entre sus plantaciones, con energía de un joven, aunque sus manos y su rostro revelen su edad, y pide a los consumidores que compren los productos naturales, pues lejos de causar deforestación como se cree, contribuyen a que haya siempre árboles, pues por cada uno que se corta, se plantan dos. 

Actualmente el Estado de México es el primer lugar a nivel nacional en la producción de árboles de navidad pues cuenta con alrededor de 600 plantaciones y poco más de 12 millones de ejemplares; tan solo para esta temporada productores forestales tienen prevista la venta de 400 mil ejemplares provenientes de 185 plantaciones que ya están en etapa de comercialización. 

(Foto: Redes)