La representación del barítono mexiquense Amed Liévanos como Motecuhzoma convenció y conmovió a los espectadores de la ópera dedicada al legendario tlatoani, que un número considerable de ellos se hincó, en señal de respeto y duelo al ver pasar al personaje por el pasaje de acceso al Tlalocán.
Ximena Barragán
Tal fue la convicción con la que ejecutó su rol que sus propios compañeros de elenco y amigos no reconocían al barítono en él “Se trata de ponerse a disposición del personaje … no permitir que Amed y sus pretensiones intervengan en la interpretación… tenía que hablar Motecuhzoma”.
En las dos funciones en las que protagonizó la, ahora, emblemática producción (8 de noviembre en el zócalo de la CDMX y 10 de noviembre en Iztapalapa), Liévanos se “abandonó” en el personaje, cediéndole su voz y su cuerpo, mientras se enfrentaba a las inclemencias del clima (en un atuendo prehispánico) y técnicos (acústica y elementos de iluminación en un escenario al aire libre).
“Técnicamente fue un gran reto”, el reconocido cantante tuvo que estudiar previamente el idioma náhuatl, “conocer su rítmica y acentuación para poder dotar a cada palabra de la emoción adecuada: tristeza, enojo, frustración.
Afortunadamente, contó con las enseñanzas y orientación del maestro Sergio Ríos con quien se manifestó ampliamente agradecido.
La ópera que fue estrenada, precisamente en el aniversario número 500 del primer encuentro entre Cortés y Motecuhzoma fue presenciado por los descendientes de ambos, cuyo abrazo (motivado por la historia) ha recorrido el mundo.
Esperando poder llevar esta historia a muchos más lugares, Amed Liévanos busca transmitir, a través de este personaje, y su propia persona, la relevancia de
“nunca olvidar nuestras raíces … llevar nuestra cultura, que es tan rica, en el corazón, y hasta en la cara”.
(Foto: Redes)
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