Irritabilidad, cansancio extremo, falta de apetito e incluso cuadros de depresión son algunos de los escenarios que puede experimentar la población en la semana posterior a la conclusión del Horario de Verano. 

Miguel García Conejo 

Francisca Ruiz, psicóloga de la UAEM, señala que esta asimilación al horario tradicional puede llevarle a nuestro organismo hasta dos semanas, tiempo en el que nuestro cuerpo peleará con escenarios diferentes de luz durante las mañanas y las noches, lo cual advierte se traducirá en una disminución del rendimiento de la población. 

La especialista llama a las familias a poner énfasis en el cuidado del sueño evitando las distracciones, principalmente aquellas relacionadas con dispositivos electrónicas.  

“Hay que tener una actitud positiva, estar de manera tranquila antes de irnos a dormir, escuchar música relajante, también se dice que hay que prohibir la televisión, retirar los celulares porque decimos voy a checar un ratito, pero ese ratito se convirtió en horas”. 

El síndrome del cambio de horario indica se acentúa porque el organismo lo vive dos veces al año, donde las personas entre los 25 a 35 años son las que más padecerán la pérdida de concentración y deficiente sueño debido a la carga laboral y de estrés a las que se enfrentan. 

A los cuadros de molestia se sumarán que, por la etapa del año, viviremos un descenso en las temperaturas además de días con menor luz durante las tardes, lo que también puede llevar a la depresión. 

(Foto: Miguel García Conejo)