Más allá del descolorido otoño ® 

Caminado por constelaciones me encontré con ciertas memorias, la noche no fue tan oscura como últimamente habían sido, entre planetas y asteroides me identifiqué nuevamente siendo niño, hallando respiro en las cosas más esenciales, olvidando el cuerpo. 

Daniel Cortez  

Fui más allá de las promesas que no se pudieron cumplir, entonces, entre las ilusiones rotas y la hojarasca, encontré la luz. Nunca he sido un escritor con talento, sin embargo, siempre me moví entre letras, quizá, me falto valor para vivir realmente de la fantasía, de dragones, castillos y princesas, historias simples en la inmensidad de un verbo conjugado. 

Tal vez aquel libro que idolatré de chico siempre fue mi motor para seguir, hoy que veo el amor en símbolos, me imagino el aroma de los recuerdos, vuelvo a los lugares donde las rosas siguen sangrando matizando así el sabor de los labios. No he crecido tanto, mis expectativas infantiles aún colman mis instantes más añorados: una tarde a la luz de la luna sediento, enfermo por la belleza del astro o quizá perdido en un lugar frío viendo un lago en el atardecer, mientras un suspiro hace sollozar a los árboles. 

Ni mejor, ni peor, sólo el gato de siempre caminando por los tejados, domesticando personas, viviendo con la intensidad del tiempo. El fuego de mi alma hierve mi sangre, purifica mis nuevos momentos, si hay que llorar creo un nuevo mar para poder seguir, si hay que reír lo disfruto siendo un cómico de humor negro. 

He volado tan alto en noches sin estrellas que hoy que camino en ellas, espero recorrer el infinito, guiado por la estela de luz, no me falta nada, tengo el valor de seguir adelante a pesar de la nostalgia sin fin que viví por el hechizo de una voz, la magia blanca o negra que ahora vivo, es la senda del inicio de este ciclo, aún faltan dos meses y medio, pero en el desteñido otoño siempre me quedará la alevosía, de vivir de sueños. 

(Foto: Redes)