2019-09-27-primer-plano

Primer Plano

Reflejos cotidianos y las nuevas miradas del cortometraje local V 

Miguel Ángel Valdés Carbajal 

Se ha cerrado un ciclo, una presentación detallada y plasmada en pantalla de la cinematografía mexiquense. Realizadores del audiovisual local tuvieron la oportunidad de exponer sus trabajos en esta entrega de Reflejos Cotidianos, y el pasado viernes, el último día de presentación, sin dudas todos fueron trabajos extraordinarios. 

Los proyectos fueron: Donde la Valentía Sobra, de Mike Mazariegos, documental sobre el pueblo Chibarreto, donde los hombres suben a un ring a pelear a mano limpia; ¡Volar!, de David Celis, relato sobre un niño que tiene la ilusión de volar en un aeroplano; Uyupampa, de Luis Brun, sobre un oficinista que debe atravesar el tráfico de la carretera que pasa por la meseta para celebrar el aniversario de matrimonio con su esposa; Bajo la Almohada, de Isabel Herguera, trabajo audiovisual sobre los testimonios y dibujos de niños que viven en una clínica en la India; y Héroes Sin Capa, de Annet Tania, ficción propagandística sobre ciudadanos que se transforman en héroes cuando usan medios de transporte sustentables.  

El único documental presentado, Donde la Valentía Sobra, es un espectáculo que se eleva como un estruendo mientras exploras el pueblo de Chibarreto, lugar donde los hombres de la comunidad se reúnen durante Semana Santa para presenciar o, en su caso, participar en los combates de boxeo a puño limpio. Los testimonios de los presentes manifiestan imágenes mentales, imaginarios sobre lo que el público espectador se encontrará: un ring, dos hombres y un propósito: dar lo mejor de sí para brindar un buen espectáculo pugilístico (y no morir en el intento). Presentando un buen equipo de producción, resaltando la cámara fija, la fotografía paisajista y la edición que aumenta el ritmo conforme llega la hora de subir al ring, Donde la Valentía Sobra nos muestra el lado salvaje de la sociedad fuera de la reglamentación técnica que tanto caracteriza al boxeo como deporte, el lado salvaje convertido en cultura y manifestación popular que explora la necesidad de la violencia. 

Tres cortometrajes de ficción presentaron buenas propuestas. En ¡Volar!, un niño observa emocionado el despegue de un aeroplano. Poco a poco, venderá las cosas de su cobertizo para comprar uno de juguete. Sin diálogos y con música que mueve la transición del tiempo, el director David Celis propone el valor de la constancia y la paciencia para alcanzar aquello que anhelas, resultando una historia cautivadora.  

(Foto: Redes)

Caso contrario el cortometraje Uympampa, cuyo personaje principal se enfrenta a la temible vida de oficina, teniendo que soportar la desesperación de los usuarios y, al salir del trabajo, tener que aventurarse por la eterna carretera que atraviesa la meseta, varado en medio del tráfico vial, para tratar de llegar con antelación a casa para celebrar su aniversario de bodas y demostrarle a su esposa que el empleo y la falta de tiempo no están consumiendo su relación.  

La fotografía paisajista y la travesía de un oficinista por la naturaleza para auto descubrirse hacen de Uyupampa un melodrama profundo que nos pone a reflexionar sobre las circunstancias que nos acongojan. Pero es Héroes Sin Capa el que más ha llamado mi atención, formando una trama de radio novela sobre un grupo de ciudadanos que se convierten en héroes al usar un medio de transporte sustentable, lo que le hace parecer un anuncio publicitario con razón social que nos incita a disminuir el empleo de los autos particulares. El manejo del live-action con la animación hacen de la imagen un recurso emotivo e inspirador, característicos del subgénero de superhéroes en el cine, mas han de dejar claro que el heroísmo no depende de las super habilidades, sino de la super acción que emprendas. 

Habrá que hacer especial énfasis en el proyecto Bajo la Almohada, producción española que combina la animación con la fotografía periodística y la grabación de los testimonios de un grupo de niños que viven en una clínica de la India. La premisa es muy simple: los niños deberán dibujar las situaciones y espacios más representativos para ellos, y explicar un poco sobre ello. Es así que la crayola se convierte en animación y las voces de los niños en una historia de la fantasía que día a día los pequeños viven en la clínica. Un cortometraje cautivador, emocionante y visualmente muy atractivo. 

Una última reflexión. El audiovisual tiene gran variedad de formatos, el cortometraje es uno de ellos, valiente e interesante. Ojalá pudiesen ver más así. 

Nos leemos pronto. 

Contacto: miguelvaldescarbajal@gmail.com 


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Nacional
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