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Gloria Zarza despliega sus alas para volar a sus terceros paralímpicos

Martha Romero

“Pies para que los quiero, si tengo alas para volar”. La icónica frase que Frida Kahlo pronunciara en 1953 es la máxima con la que Gloria Zarza Guadarrama, paratleta de atletismo adaptado en la rama de lanzamiento de bala en la categoría F54, se ha identificado a lo largo de su vida.

​Gloria se describe a sí misma como una persona que nunca se ha dejado vencer por los obstáculos y que nunca ha visto la discapacidad con la que nació como un impedimento.  

“Como cualquier otro tenemos caídas y tropiezos, pero pues ahí estamos siempre de pie”, señala la paratleta nacida un 20 de agosto de 1984 en el municipio de Zinacantepec, y cuya discapacidad se desarrolló como secuela de la poliomielitis combinada con una luxación de cadera con la que nació.

Aunque tuvo una infancia y una niñez bonita, siempre se preguntó: ¿por qué a mí?, en referencia a la discapacidad que le impedía ser como otros niños y niñas que iban a la escuela. A través de la ventana veía pasar a sus primos y hermanos, y si bien tenía esa ansiedad de ir al colegio, desgraciadamente eran tiempos en los que a sus padres les decían que tenían que buscarle una escuela especial.

“No me fue posible ir a la escuela especial —cuenta—; lo único que no me funcionaba eran mis piernas, porque la cabeza y los brazos sí, perfectamente. Me costó mucho trabajo poder estudiar, no tuve kínder, entré a la escuela a los 13 años, ya grande. Me dieron esa oportunidad, mi madre era la que me llevaba, me traía y era la que iba a los recreos a sacarme en una silla, era abrirme esa puerta a la vida, a ir a la escuela, a tener amigos”, recuerda.

Ser alguien en la vida


Para Gloria esos días fueron el comienzo de la infancia y de la idea de “quiero más, quiero ser alguien en la vida”. La familia enfrentaba dificultades económicas, sin embargo, estas no impidieron que su papá, de oficio panadero, y su mamá, ama de casa, le dieran lo que les era posible. En ese tiempo Gloria no disponía de una silla de ruedas y tenía que arrastrarse por el piso. Un Día de Reyes pidió unos patines y se los concedieron, se los ponía en la manos para desplazarse por el suelo. Era feliz.

Finalmente, la falta de recursos económicos la obligó a solo terminar la secundaria, porque la prioridad era enfocarse en la rehabilitación.

A los 20 años, Gloria conoció a su esposo, con quien procreó un hijo que actualmente tiene 21 años. Un largo encierro entre las cuatro paredes de su casa, de la que no salía prácticamente nunca, la llevó a la depresión, después al sobrepeso, por estar siempre en una silla de ruedas, hasta que empezó a pensar que lo que debía hacer era entretener la mente y mover el cuerpo, para curar esa ansiedad por la que estaba pasando y bajar de peso.

En esto, como en todo, Gloria contó siempre con el apoyo de su esposo, quien la llevaba a la ciudad deportiva de Zinacantepec para que cumpliera su propósito. Un día, alguien le dijo que ahí había un equipo paralímpico que ella nunca había visto, hasta que en una ocasión corrió con suerte y lo encontró.

“Desde ese momento en el que yo entré ahí te puedo decir que cambió mi vida, cambió mi forma de ver las cosas. El entrenador me comentaba que yo tenía cuerpo de lanzadora y me decía ‘vamos a intentarlo para una competencia’. Mi respuesta siempre fue ‘no’, porque para mí hacer esto era simplemente por salud”.

2015: comienza la aventura

Sin embargo, el apoyo de su familia la impulsó a convertirse en la atleta que es ahora. Fue en el 2015 cuando participó en su primera competencia, en Veracruz, en lanzamiento de disco y jabalina, donde obtuvo el primer lugar. Ahí se presentó en otro evento estatal, donde logró dar la marca para el Grand Prix en Alemania, al participar en lanzamiento de bala, que actualmente es su especialidad. Grande fue su sorpresa, porque obtuvo el primer lugar.

Ese fue el momento en el que logró el puntaje para participar en sus primeros juegos olímpicos; a partir de ahí, su carrera deportiva avanzó rápidamente. Así se dio cuenta de que con trabajo y constancia se logran los objetivos, y aquella pregunta que se hacía en la infancia —¿por qué a mí?— tuvo una respuesta: ahora sí y para mí.

Aquellos primeros juegos olímpicos fueron los de Río de Janeiro, Brasil, en el 2016. Gloria era novata y quedó en cuarto lugar, a un centímetro de colocarse en el pódium con una medalla de bronce. “Imagínate, un centímetro, entonces desde ahí me propuse entrenar lo doble y no trabajar para un centímetro, sino trabajar para más, que yo sé que un centímetro en bala nos cuesta mucho”.

Gloria relata que en ese momento eran más sus ganas de salir adelante y de verse en juegos olímpicos, por lo que puso más disciplina, mucho más entrenamiento y el sacrificio de no estar con su familia por estar concentrada, enfocada en ese objetivo de representar a México. Con ese trabajo constante logró presentarse, en 2017, en el campeonato mundial de Londres, Inglaterra, donde obtuvo el tercer lugar.

Su siguiente participación fue en el Campeonato Mundial de Paratletismo 2019, realizado en Dubái, en los Emiratos Árabes Unidos, donde obtuvo medalla de plata. El mismo año, en los Juegos Panamericanos de Lima, Perú, llegó al tercer lugar. Siguió la competencia en el Grand Prix de Paratletismo, en el que logró los primeros sitios y obtuvo los números necesarios para participar, por segunda ocasión, en unos juegos olímpicos, los de Tokio, Japón, en 2020. Segundo lugar, medalla de plata y su mejor marca personal, con un registro de 8.06 metros, esos fueron sus logros.


Piedras en el camino

Su trayectoria de éxitos tuvo un grave tropiezo en el Campeonato Mundial de Paris, Francia, en el que fue descalificada por decisión de los jueces y quedó fuera de la competencia, pero la oportunidad de la revancha le llegó en los Juegos Panamericano de Santiago de Chile 2023, donde se colocó en segundo lugar.

Este 2024 su primer evento fue en Xalapa, Veracruz, con el fin de calificar para el Campeonato Mundial en Japón, lo cual consiguió al subir su marca de los panamericanos. Ahora buscará colocarse dentro de los primeros tres lugares para obtener su pase a los Juegos Olímpicos París 2024.

Acostumbrada a superar retos, el que más le cuesta es dejar a su familia, su esposo e hijo para y estar fuera de su hogar por meses para seguir entrenando. Pero se muestra optimista al confirmar que todo se puede con el apoyo de sus seres queridos, pues no todo ha sido fácil para ella.

Otro de sus mayores retos fue el enfrentar una cirugía de hernia hiatal que la hizo dejar de entrenar por un tiempo. Pero venían más desafíos que ella ni nadie podía siquiera imaginar. Después de recuperarse de aquella intervención quirúrgica regresó a su preparación para los olímpicos de Tokio, era 2020 y la pandemia del covid-19 obligó al cierre de gimnasios y del Centro Paralímpico Mexicano. Ni eso la detuvo, así que continuó sus entrenamientos por su propia cuenta.

Finalmente pudo llegar a Japón, donde debió ser confinada por tres meses porque era una posible contagiada por un compañero del vuelo. “Imagínate, tener que pasar por este proceso de dejar de ver por tres meses a tu familia, no salir para nada por cuidarte de la pandemia, y ya estando ahí me explican que no podía participar. Fue algo realmente feo”, rememoró.

Y, como a veces ocurre, lo malo pasó a peor. A causa de su descalificación en el campeonato de París, la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte le retiró la beca que le otorgaba. Así que, al menos en la cuestión económica, tuvo que volver a empezar, pero su trabajo deportivo ahí está y en eso confía, aunque no deja de entristecerla el que en Zinacantepec, el lugar donde nació y se formó como paratleta, no se reconozcan sus logros olímpicos, pues ingenuamente pensó que podía tener el apoyo de las autoridades municipales pero no fue así.

Sin embargo, eso no la detiene, porque desde que descubrió su pasión por el deporte tuvo que buscar la forma de remontar su situación económica, así que vendió botanas y dulces para pagar los taxis para ir a entrenar y comprar los suplementos y proteínas que debe usar, por lo que ahora, tener que volver a hacerlo no es para ella cosa del otro mundo. Su objetivo es llegar a los juegos de París 2024, en septiembre próximo.

Actualmente está enfocada en el campeonato mundial, donde ofrece dar todo y hacer patente que aquella descalificación no fue por bajo rendimiento, sino por “cuestiones externas de los jueces”. Promete demostrar, antes que a los demás, demostrarse a sí misma, que puede, que sigue, que ama lo que hace y ama lanzar la bala, para lo que se necesita trabajar duro en el gimnasio y se requiere mucha fuerza. Por eso se identifica con su bala, porque es un deporte de fuerza, y ella, Gloria Zarza, tiene mucha fuerza de voluntad y muchas ganas de salir adelante.

Gratitud por todo lo recibido

Gloria Zarza agradecer a Dios por estar viva cada día. “Yo creo que lo demás y el trabajo me corresponde a mí. Yo siempre he dicho: Dios, dame mucha salud y mucha fuerza, que de lo demás yo me encargo. Entonces confío y creo en el trabajo que he estado realizando”, explica.

También invita a todas las personas con discapacidad a darse la oportunidad de abrir esa puerta a la vida, a una nueva vida. A ella el deporte le ha cambiado la vida en muchos sentidos, por eso, anima: luchen, luchen por sus sueños.

“Yo siempre, cuando estoy cabizbaja, porque soy un ser humano que me canso de llevar esta rutina todos los días, de cargar pesas, de tener una alimentación especial, y es cuando digo: ¿para qué quiero mis pies si he creado mis propias alas para volar? Esas alas están siempre guardadas, pero yo sé en qué momento despegarlas, y en Japón se van a abrir alto, muy alto”.

 Fotos: Cortesía.

 


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Deportes
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