Aranxa Solleiro
Guadalupe Valencia instala una galería fascinante de obras artesanales en la esquina de Heriberto Enríquez esquina con Jesús Carranza, como queriendo hacerle honores -sin desearlo- al Monumento al Maestro frente a él.
Día a día sale de su hogar ubicado en Temoaya para subirse al primer autobús con dirección a la capital mexiquense, su esposa, mientras tanto, le entrega las creaciones emblemáticas de su tarde anterior, mismas que dibujó en su mente, siendo sus manos el embudo preciso para su final artesanía.
Guadalupe, vende las servilletas bordadas de flores, rosas, rojas, amarillas, verdes, moradas y azules que ella crea, orgulloso las coloca colgadas de una pinza en una reja simulada, camina de lunes a domingo por la misma acera de 10 de la mañana a 6 de la tarde, cuando regresa caminando a la terminal de autobuses con destino a casa.
“Nos está yendo mejor poco a poco, hasta el momento las cosas van bien, nada como se vivió hace un año o a inicios de año. Ya va saliendo un poco más de dinero para que se pueda con los gastos.” Dijo, como contando con la mirada, uno a uno los automóviles que pasaban.
Él, presenta una minúscula afectación en sus piernas, situación que le motiva a no darse por vencido, pues comenta “uno sigue fuerte para seguir trabajando, si se le cierran las puertas, debe uno de abrirlas.”
Durante un día de constante tráfico, vende alrededor de cinco a seis servilletas, no obstante, asegura que en ocasiones, ha vendido menos de tres, cuestión que le instaura retos en su jornada, teniendo que incorporar productos diversos como: escobetas o utensilios de limpieza para el hogar.
A pesar de ello, Guadalupe comparte que el talento de su esposa, refleja la calidad humana que aún se cuenta en el país, no solo en la entidad, ya que es a través de ello, que se obtiene una noción de gente con una visión positiva en las cosas.
“Para mí es bonito que haya todavía quienes se dediquen a bordar o que se dediquen a hacer artesanías, porque creo que eso trae una actitud positiva en las personas. Si usted ve un trabajo bonito, le da gusto, le causa alegría saber que hay alguien que quiere salir adelante y que hace lo necesario para sentirse bien, para vivir mejor. Eso es para mí vender las servilletas, quien trabaja es mi mujer, pero yo trato de que ella no se exponga y mejor me vengo yo, le agradezco, por ella tenemos un sustento. Mencionó.
Con una lengua indígena suavizando sus palabras castellanas, Guadalupe enfatiza en las cualidades de su tierra temoayense a pesar de la falta de recursos y problemáticas de desigualdad en ella. “Somos un pueblo que se nos ha visto muy chico en muchas cosas, a veces se han aprovechado de la gente por los recursos que tienen y no es justo, en Temoaya hay mucha gente buena y talentosa, yo creo que se debe de ver más eso.” Mencionó.
A la fecha, Temoaya contempla un nivel 0.46 de desigualdad social, siendo el número 1 el máximo nivel de inequidad en la población, de acuerdo a CONEVAL en su último estudio abordado en el municipio en 2015, por lo que Toluca para él y su familia, representa un escenario de oportunidades que muy pocos residentes han sabido identificar, puntualizando en el agradecimiento que tiene con los citadinos por tratarlo, hasta ahora, con respeto y aceptación.
(Foto: Aranxa Solleiro)
