Eric Rosas
Inexplicable
La semana pasada trascendió en los medios que los senadores de oposición han decidido citar a comparecer a la actual titular del otrora Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT), para que explique el por qué de la reducción del otorgamiento de becas para estudios de posgrado y, particularmente, su concentrada orientación a un destino como lo son las instituciones educativas de Cuba. Aunque ahora este tema ha salido a la luz, conviene recordar que fue aquí mismo, en “La Onda Plana”, uno de los espacios en los que primero se alertó desde hace varios años de esta disminución inexplicable y acelerada en los apoyos del anterior CONACyT para la formación de talento joven y especializado.
Conforme a la información obtenida de varias fuentes, incluida a la propia entidad, ha quedado muy claro que nunca antes el número becas de posgrado otorgadas por la dependencia para la realización de estudios en el extranjero había sido tan reducido; aunque también es cierto que las concedidas desde 2019 a la fecha sólo han seguido la tendencia decreciente que inició a mitad del sexenio anterior a partir de su máximo histórico; mismo que había logrado alcanzar también gracias a un crecimiento sostenido por las tres administraciones federales del inicio de este siglo.
Pero este decremento en el número de espacios financiados con el erario, para que los jóvenes mexicanos más talentosos pudieran continuar su formación al más alto nivel en algunas de las instituciones educativas con mayor prestigio a nivel mundial no es lo único que ha preocupado a los legisladores, igualmente desconcertante es que, a diferencia de lo que sucedía históricamente, en este sexenio el sucesor del CONACyT parece haber promovido la formación de mexicanos en la isla caribeña.
Por alguna razón que nadie logra comprender, los jóvenes mexicanos parecen haber preferido asistir a formarse en las desconocidas universidades cubanas, en lugar de asistir a Cambridge, Oxford, La Sorbona, Harvard, Stanford, Princeton, Heidelberg, Tokio, etc. Esto desconcierta a propios y extraños, pues, además, el costo per cápita de estas becas resulta sorprendentemente más elevado en Cuba que en cualquier otro país, incluidos los Estados Unidos de América, el Reino Unido, y una larga lista de naciones del mundo desarrollado. En términos relativos, en promedio estudiar un posgrado en alguna de las prestigiosas universidades de la Unión Americana saldría a menos de la mitad (49.6 %) de lo que le estaría constando al erario hacerlo en la isla; en el Reino Unido el otrora CONACyT sólo debe pagar por estudiante apenas el 46.8 % de lo que debe erogar por otro que se va a Cuba; y de en otras naciones el porcentaje es aún menor.
Será muy interesante escuchar a la directora del antiguo CONACyT explicar cómo es que, de repente, los jóvenes mexicanos descubrieron en Cuba a la fuente del conocimiento universal y también saber la razón por la que los estudios de posgrado en las instituciones educativas cubanas les cuestan a los contribuyentes mexicanos hasta más del doble que en otras universidades del primer mundo. Sobre todo, a la luz de la realidad que se puede percibir en el mundo académico, y en la que resulta obvio que las universidades cubanas no destacan en lo absoluto. No es en Cuba donde las tecnologías actuales se han desarrollado, en ninguna disciplina. No tiene el país caribeño ningún historial de exploración espacial, ni de observación estelar, ni de desarrollo en tecnologías informáticas, ni cómputo. Tampoco cuentan las universidades cubanas con logros en los ámbitos de las tecnologías cuánticas, la inteligencia artificial, la robótica, la biotecnología, la fotónica, etc.
En los años más recientes, ya ni siquiera la medicina es lo que fue hace unas décadas cuando durante la Guerra Fría la dictadura cubana recibía caudales de recursos provenientes de la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Muestra de esto es la vacuna Abdalá, de cuya efectividad contra las nuevas variantes del virus SARS-CoV-2 nadie tiene evidencia y sí muchas dudas.
Lo anterior, dicho sin aberraciones.
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