Gabriela Landetta
“Es necesario consolidar una nueva dependencia enfocada a las barrancas [de la Sierra de Guadalupe], la actual fragmentación que existe en todas las instituciones no es suficiente; jurídicamente debe ser considerado un tema metropolitano”, consideró Daniel Granados Marmolejo, integrante del Grupo Ambientalista Sierra de Guadalupe, A.C., conformada por nueve organizaciones ambientalistas.
Al presentar la propuesta ‘Las Barrancas de Sierra de Guadalupe como espacio de conservación desde una mirada socioambiental’, durante los foros de consulta popular para la integración del Plan Estatal de Desarrollo 2023-2029, el activista refirió que “la experiencia que se tiene en Ciudad de México con las áreas de valor ambiental puede replicarse en toda la zona metropolitana, incluso en otras barrancas del Estado de México”.
También se pronunció por la necesidad de fomentar una nueva política ambiental con intervenciones realmente socioambientales, ya que, dijo, “el conservacionismo nada más remedia un poco o aparenta cambios, pero no cambia el estatus quo de los actores, ni de las dinámicas que ocurren”.
En ese sentido señaló que se deben establecer límites claros, reglas y sanciones. Aseveró que éstas últimas son necesarias para evitar que continúen las problemáticas en la zona, las cuales deben focalizarse a través de diagnósticos que sean resultado de foros, talleres y mesas de trabajo con los diferentes actores involucrados en esos temas.
“En un ejercicio que realizamos en la Barranca de Amazigo, identificamos ocho problemáticas: desde la extracción de recursos, incendios, presencia de plaga y de basura, así como falta de mantenimiento de presas de gavión”, mencionó Granados Marmolejo.
“Los municipios y los ejidos presentan una indiferencia ante estos espacios y las intervenciones se han caracterizado por mantener un status quo o por considerar esta problemática como un problema de infraestructura, (…) como que la basura tiene que recogerse, como de reforestación”, denunció.
Sin embargo, se considera que son problemáticas “socialmente construidas”, por lo que se deben identificar los actores que participan en ellas, así como dinámicas y procesos que intervienen para poner en marcha acciones que resuelvan la situación.
La Sierra de Guadalupe está conformada por más de 6 mil hectáreas, de las cuales el 82 por ciento corresponde al Estado de México, y el 18 por ciento restante a la CDMX. Cuenta con más de 30 elevaciones entre cerros y montañas, 15 servicios ecosistémicos, cuatro Áreas Naturales Protegidas y más de 60 barrancas.
“Las barrancas ofrecen diferentes beneficios, son espacios geográficos que son creados naturalmente o que capturan agua de lluvia o que retienen suelo; presentan una gran biodiversidad donde viven diferentes formas de vida y donde son barreras naturales para el crecimiento, para detener la urbanización sobre todo”, señaló el ambientalista.
(Foto: captura de pantalla/ web)
