Eric Rosas
Espacios para la ciencia
Tras el inicio de la presente administración federal, la comunidad científica de todo México ha enfrentado los tiempos más difíciles para realizar su actividad, de losque se tenga registro en la época contemporánea. Con una estigmatización y un desprecio por el gremio, promovidas por el mismo primer mandatario, los académicos de todo el país han debido enfrentar recortes inéditos a los fondos —ya de por sí ínfimos— de los que disponía para intentar realizar investigación científica; por supuesto, insuficientes para desarrollar tecnologías propias; además de muchas otras medidas aplicadas por la titular del sector, que han impactado en una reducción de la libertad de investigación y una muy peligrosa disminución en la formación de los jóvenes especialistas que requerirá nuestra sociedad y economía en los lustros por venir.
En respuesta a esta degradación en las condiciones para la realización de ciencia y tecnología, los académicos de México, agrupados en distintos colectivos y redes —Ciencia Plural Mx entre éstos—, emprendieron en el 2021 la campaña “Vota ConCiencia”, mediante la que apoyaron a los candidatos de la alianza “Va Por México” para ocupar las 300 curules de mayoría relativa en el palacio de San Lázaro.
Con tal movimiento, los científicos de México intentaron recuperar para la oposición la mayoría simple en la Cámara de Diputados a fin de que se pudiera detener la propuesta oficial de Ley General de Humanidades, Ciencias, Tecnologías e Innovación(LGHCTI) que, desde entonces se sabía, estaba siendo elaborada por la bióloga María Elena Álvarez-Buylla Roces, y finalmente sería presentada como iniciativa del titular del Poder Ejecutivo Federal en diciembre pasado y aprobada en la Noche Triste de Xicoténcatl en abril pasado.
Más allá de que efectivamente dicha mayoría simple fue retenida por la fracción oficialista y ello posibilitó los albazos y madruguetes que en ambas cámaras facilitaron el avance de la iniciativa de LGHCTI hasta derivar en su promulgación y entrada en vigor el pasado 9 de mayo, la realidad es que durante los meses que transcurrieron entre septiembre del 2021 y abril del presente 2023, la colaboración entre académicos y los diputados de oposición tampoco fue lo intensa ni eficiente que tendría que haber sido, para trabajar en conjunto una alternativa que pudiera hacer frente a la escrita desde el 1582 de la Avenida de los Insurgentes Sur.
Ahora que diputados y senadores han presentado acciones de inconstitucionalidad ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), mediante las que buscan se anule todo el paquete de reformas aprobadas en el Palacio de Xicoténcatl, y que, por su parte, la comunidad científica, aglutinada en el colectivo Ciencia Plural Mx, ha ingresado numerosos amparos en prácticamente todas las entidades federativas en contra de la aplicación de la LGHCTI; convendría que académicos y legisladoresreflexionaran acerca del tipo de alianza que tendríanque construir para generar una nueva y moderna pieza legislativa, que alcance una mayor probabilidad de aceptación por parte de los legisladores oficialistas, en la eventualidad de que efectivamente la SCJN termine anulando la aprobada recientemente.
Quizá también sea momento para que los científicos adquieran conciencia de la importancia que como gremio tienen en la vida pública de la nación y comiencen a demandar con firmeza los espacios que requiere la ciencia y tecnología de México.
Lo anterior, dicho sin aberraciones.
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