PlanoSecuencia, cine cuadro por cuadro
Ivan Joatzay
Cómo una epifanía que regresa la “verosimilitud” a la cuarta fase de Marvel, la secuela de Black Panther, ‘Wakanda Forever’, llega a las salas de cine de todo el mundo para hacer una declaración de identidad y unión con una historia más tangible y, ligeramente, seria para el rumbo del MCU.
A cargo de la dirección de Ryan Coogler (Creed), ‘Wakanda Forever’, la historia coescrita en conjunto a Joe Robert Cole, sigue el estatus de una nación rota, una Wakanda que, tras perder a su rey y el pilar más grande de cohesión para este pueblo africano, se encuentra en un proceso de duelo e intento por reencontrarse a sí misma y, ahora viviendo sin una pantera negra, deberá definir su lugar en el mundo y lidiar con las consecuencias tras la revelación del vibranio a todo el planeta.
Con el intento del gobierno estadounidense por hacerse del metal más poderoso de la tierra, la princesa de Wakanda, Shuri (Letitia Wright), deberá de enfrentar la aparición de un nuevo reino subacuático, Talocán, liderado por Namor (Tenoch Huerta), un rey monarca con habilidades súper humanas que, al verse amenazado por la superficie, buscará la ayuda del pueblo africano para preservar su cultura.
Con un estandarte sobrellevado por el actor mexiquense Tenoch Huerta (así es, nacido y crecido en calles ecatepequenses), la secuela de Black Panther llega como un fuerte sentido de identidad y perspectiva a las culturas prehispánicas que, además de expandir la mitología ficticia de Marvel, busca “enorguellecer” a todos los mexas del mundo con una mirada al pasado y un “que pasaría si” de lo que pudo ser la comunidad latina y la cultura maya ante un contexto y colonización distópica a la que conocemos.
La historia de ‘Wakanda Forever’ es un pilar enigmático que se ve resiliente entre el público a través de la riqueza socio cultural que pone en pantalla bajo un contexto mucho más complejo y representativo hacia las comunidades vulnerables dónde, en este caso, exploramos la cultura mesoamericana de una manera más orgánica, sin embargo, a pesar de no seguir la clásica narrativa del estudio, la nueva entrega de Marvel surge como una travesía simple y ágil que lucha consigo misma (y que carece de un foco principal) para definir su historia ante tantos personajes.
Con la incorporación de una nueva raza superhumana, un antihéroe imponente, testarudo pero a la vez empático, y una potencial heroína que se siente fuera de lugar para esta historia, la película wakandiana se desarrolla como un filme con múltiples tintes que, tal como su predecesora, rayan entre la fantasía, lo político y lo cultural para desarrollar un proceso de crecimiento donde, cómo espectadores, presenciamos una humanidad tangible a través de Shuri y Namor en un mundo completamente ficticio, siendo que, el amor hacia sus seres queridos suege como una causalidad para marcar las distintas direcciones y oscuros momentos emocionales que definen a los dos protagonistas.
El conflicto entre las dos naciones surge como una propuesta interesante que se sumerge en una travesía particular del duelo dónde, con una mirada introspectiva a la pérdida, el cariño y el miedo, abordamos las inseguridades y resentimientos que sobrellevan a la líder de Wakanda y al rey talocaniano, creando personajes tridimensionales que aportan una historia mucho más completa para este universo.
Coogler crea un tono más sombrío y serio para el mundo de superhéroes que, haciendo honor a viejas palabras del conocido Stan Lee, se acerca más a la realidad que habitamos y explora las emociones más comunes y dolorosas de nuestro razonamiento a través de la cultura, creando un viaje espectacular, colorido y sonoramente inmersivo que se inspira en sucesos trascendentes de nuestra historia para explorar conceptos como el racismo, las colonización, la diversidad sexual o la desmitificación de los estereotipos de género, todo por medio de sus guerreros latinos y africanos que se definen a sí mismos entre esas ideas.
A través de un impactante atractivo visual e intercultural (que ocasionalmente se ve opacado por burdos efectos visuales), ‘Wakanda Forever’ llega como una nueva sensación que parece casi inevitable para los latinos que, si bien pueden no ser conocedores o sentirse identificados por la cultura prehispánica, sí pueden verse atraídos ante la propuesta de una recuperación nostálgica de los rasgos que definen la trascendencia mesoamericana. Con detalles que profundizan en el misticismo de las tradiciones mayas, sus juegos, la forma de vestirse o la dignificación de las lenguas originarias, el mundo de Talocán ofrece una mirada fresca y atractiva que, como otros proyectos independientes, enfrasca la importancia de mirar hacia atrás y conocer nuestro pasado.
Como una digna secuela de Black Panther, la nueva historia del pueblo wakandiano destaca por ser una magnificación que sobrelleva la representación socio cultural a otro nivel, creando una producción masiva que, aunque pierde poco de la esencia emocional de su discurso de “ser un pueblo unido”, mantiene su mensaje a través de la representación y creación de un mundo intercultural más detallado, dónde el vestuario hecho a mano que porta cada talocaniano o las casas y armas de los wakandianos se convierten en una imagen fiel pero a la vez fantasiosa para resaltar la cultura en un mundo súper heroico.
Creando un entorno inmersivo, la cinematografía de ‘Wakanda Forever’ reluce como una de las mejores partes de esta historia que, por medio de una banda sonora mucho más arraigada a los sonidos prehispánicos y africanos, muestran la emoción por la representación dentro de este mundo. Con una grabación submarina que demanda un cine mucho más experimental y profundo, además de unas actuaciones demandantes física y mentalmente para las secuencias de acción y vida submarina, la historia latinoafricana crea una grabación más artesanal, real y analógica que hace, tanto con el reino de Talocán cómo con los ideales de los wakandianos, una historia más creíble (y atractiva) visual y argumentalmente.
Mostrando una sólida actuación aferrada al resentimiento y miedo que definen al líder submarino, Tenoch Huerta consolida a uno de los personajes más completos de Marvel y, aunque no logra explotar un argumento más sentimental de las vivencias que lo llevaron a ser un rey tan instintivo y feroz, si presenta un desarrollo fijo y completo que define no solo el carácter del dios serpiente emplumado, Ku Kul’ Kan, sino que arroja un discurso controversial para la imagen que tenemos de la pertenencia.
Como uno de los seres más serios, profundos y tangibles por explorar en los próximos proyectos de este universo de superhéroes, el nuevo rey mesoamericano se convierte en un referente para todos los latinos que, si bien conlleva un tono sombrío e instintivo sobre su persona, denota un firme vínculo de identidad y trascendencia a lo que pueden ser las culturas hispanohablantes.
Por medio de un guión bastante claro y que claramente pudo ser más ágil y selectivo para las secuencias y argumentos que presenta, la secuela de Black Panther crea una narrativa ligeramente consecuencial pero argumentada que, por medio de un personaje en duelo no suficientemente grande, sólido o carismático para sobrellevar el sentido de crecimiento de su historia, presenta escenas de acción bastante sólidas, agresivas y dinámicas para un conflicto que sí se siente necesario en busca de un cambio y crecimiento no solo para las dos naciones de esta historia, sino, para los protagonistas mismos.
‘Wakanda Forever’ es una secuela atractiva que, al buscar tener presentes el espíritu de perdida y crecimiento en todos sus personajes, logra darle otra cara a la temática de los superhéroes y crear una historia semi-completa que recupera muchos tintes de la realidad y presenta personajes sólidos que reafirman una identidad y orgullo hacia sus raíces, dejando ver un futuro mucho más latente para la narrativa cinematográfica.
(Foto: Marvel Studios)
