Eric Rosas
¡Que vivas tiempos interesantes!
Los ingleses en particular, y en general los británicos, acostumbran a utilizar la frase “¡Que vivas tiempos interesantes!”, conocida como la maldición china porque todo indica que abrevia el proverbio oriental que dice: “Que vivas en tiempos interesantes, que recibas las atenciones de los poderosos, y que se cumplan todos tus deseos”, aunque claramente para los chinos la intencionalidad del dicho es positiva. Por lo mismo, me parece que este dicho, más que un mal deseo, es una excelente descripción de lo que cualquier científico podría haber deseado vivir.
Tan sólo la semana pasada fuimos testigos de otro de los mayores hitos que la ciencia y la tecnología humana han alcanzado en las décadas recientes: la divulgación de las primeras imágenes captadas por el Telescopio Espacial “James Webb”. Este telescopio permite detectar una gran parte de la porción infrarroja del espectro electromagnético y es mucho más poderoso que su antecesor, el “Hubble”, que fue enviado a orbitar la Tierra el 24 de abril de 1990 y, luego de estas tres décadas de operación, nos ha permitido conocer mejor nuestro vecindario galáctico a través de las incontables imágenes que ha captado tanto en el ultravioleta cercano, como en la ventana visible, la que nosotros llamamos luz.
Entre las primeras imágenes obtenidas por el James Webb se encuentra la postal de una porción ínfima del universo —equivalente al área del cosmos que cubriría un grano de arena sostenido a la distancia de un brazo—, en la que se puede observar al clúster de galaxias denominado SMACS 0723 como lucía hace cuatro mil seiscientos millones de años; es decir, más o menos en la época en la que estaba formándose nuestra estrella, el Sol. Gracias a su poderosa cámara infrarroja, por primera vez se pudieron observar cientos de galaxias del SMACS 0723 cuya existencia se desconocía. También fue posible visualizar la lente gravitacional formada a consecuencia de la masa combinada del clúster, que permite magnificar el tamaño de muchas de las galaxias más distantes que se encuentran detrás.
Otras de las imágenes captadas por el James Webb muestran vistas igualmente sorprendentes, como: una porción de la región de formación de estrellas denominada NGC 3324 en la Nebulosa Carina; la onda de choque provocada por la colisión de la galaxia NGC 7318B con sus compañeras, en el clúster conocido como el Quinteto de Stephan; la NGC 3132 o Nebulosa del Anillo del Sur, una nube de polvo y gases que durante miles de años se ha acumulado a consecuencia de las materia expulsada por la estrella, cuya presencia en el centro ahora ha quedado al descubierto; y la huella espectral del agua existente en un planeta gigante, gaseoso y caliente que orbita a una estrella similar a nuestro Astro Rey.
Este logro histórico de la ciencia se une así a otros grandes hitos alcanzados recientemente, entre éstos: la detección del bosón de Higgs, cuya existencia fue predicha por Peter Higgs en 1964 y su hallazgo en 2012 ganó solidez para el Modelo Estándar de la física de las partículas elementales; la primera detección de unas ondas gravitaciones, implicación fundamental de la Teoría de la Relatividad General de Albert Einstein, y finalmente percibidas en el 2015 a través de los interferómetros construidos por la colaboración internacional LIGO-Virgo. Y más recientemente, incluimos la generación de la primera imagen de un agujero negro, que fue posible en el 2019 gracias a la colaboración del Proyecto del Horizonte de Eventos. No hay duda entonces de que nos está tocando vivir tiempos muy interesantes.
Lo anterior, dicho sin aberraciones.
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