Marlín Pérez Suárez

El Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, 11 de febrero, es una fecha establecida por la Asamblea de las Naciones unidas para reivindicar el acceso a las niñas y la participación plena y en igualdad de la mujer en la ciencia. Una fecha que nos recuerda la necesidad de reconocer y defender los derechos de las niñas en un mundo donde hombres y mujeres disfruten de los mismos derechos, y para ello es importante educar en igualdad de género. Crear un contrapeso para el sistema patriarcal que tradicionalmente ha promovido de sobremanera los éxitos masculinos sobre los femeninos. En la ciencia y particularmente en las áreas denominadas carreras CTMI (traducción de las siglas STEM-Science, Technology, Engineeging y Mathematics), los estereotipos de género se han trasmitido de generación en generación provocando que haya una baja representación de las mujeres en el quehacer científico. Se tiene la idea de que hay áreas exclusivas para hombres y áreas exclusivas para mujeres, limitando el acceso al conocimiento y a la actividad científica.
Hasta hace algunos años las mujeres científicas de referencia fueron prácticamente Hipatia de Alejandría y Marie Curie. Hipatia de Alejandria, fue una de las primeras científicas que realizó importantes aportaciones en las matemáticas (particularmente algebra) y astronomía. Marie Curie, por su parte, fue la primera mujer en ganar el Premio Nobel, no obstante, le fue negada una plaza en la Universidad de Cracovia por ser mujer. Sin embargo, al irse desarrollando los estudios de género se ha evidenciado el aporte de muchas mujeres a la ciencia y al acceso a la educación como un instrumento de libertad. Un ejemplo entre muchos otros, es el de Agnes Pockels, quien fue pionera de la química e invento el método cuantitativo para medir la tensión superficial, método que más tarde fue perfeccionado por un científico hombre, a quien se dio el Premio Nobel en 1932, pero sin reconocer o hacer evidente que la invención original fue de Agnes Pockels. Incluso a pesar de que esta fue la primera mujer en recibir un doctorado honoris causa de la Universidad Politécnica de Brunswick, sus descubrimientos e invenciones se siguen atribuyendo a otros científicos.
Si lo vemos desde otra perspectiva, hoy en día enfrentamos retos socioambientales globales sumamente complejos en los que la tecnología y la ciencia son herramientas imprescindibles para poder dar solución a muchos de estos problemas, y por tanto prescindir de la mitad de la población, es decir de la población femenina, es un lujo que no podemos permitirnos como sociedad. Por ello es importante que desde la infancia se eduque en igualdad de género, es decir una educación libre de estereotipos, que las niñas y niños tengan la libertad de elegir sus formas de recreación y ocio. Para nosotras, principalmente como madres, y educadoras la meta es contribuir a erradicar los roles preestablecidos, educando en valores desde la igualdad, no a las princesas, ni modelos, y si a las mujeres reales que se plantean metas y objetivos y que con capacidades y creatividad logran cumplirlos, y que a través de esto lucharon para ser consideradas como personas con derecho como cualquier miembro de la sociedad.
Como personas, mujeres y hombres, educadoras y educadores, científicos y científicas hagamos y generemos conciencia para que el papel de las mujeres en la ciencia sea más activo facilitando su acceso. Como mujeres científicas, tecnólogas, matemáticas e ingenieras hagamos visibles nuestros logros y asumamos nuestro liderazgo, sin pedir permiso, no es una concesión es un derecho, seamos referentes femeninos en la ciencia por y para nosotras mismas, así como para esas niñas que están habidas de ser.
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