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Carmelita y Felipe, sobrevivientes del Cartucho

Carmelita

Si nosotros dentro de lo que hemos vivido, nosotros somos poéticos y somos románticos y también de cierta forma la droga nos ha llevado a experimentar sensaciones que mucha gente no las percibe. Porque nosotros somos personas muy importantes. 

En 2010 tuve este accidente. Sí, a mí me corrió un carro fantasma en Medellín en la 43 y yo entré con un suaje de 33 millones de pesos que no me alcanzó sino para la carita. 

Yo estoy viva por obra de Dios y misericordia de Dios.

Estuve seis meses postrada en una cama. A los seis meses me dijeron que no volvería a caminar. Con la misericordia de Dios, caminé.

Estuve cinco meses en silla de ruedas. 

Seis meses en silla de ruedas, cinco meses en muletas. 

Como siempre fui caminante, no es malo decirlo, que yo he sido artesana caminante. Viajé por todo Sudamérica y en el Cabo de la Vela me nació una poesía. Yo nunca le puse nombre, pero se las quiero dejar de recuerdo por si me voy hoy (eh, cuando habló de cuatro huellas son mis dos pies y las muletas) y dice así:

La mujer alcatraz 

se posó en el vestidor del alcantarillado

(esto es en el Cabo de la Vela)

su llanto de cansancio marginao

chocaba fuertemente contra las olas

triste y asombrá, miraba a su andar dejando cuatro huellas.

No goteaba, pues su figura era recta

como el roble sacado del bosque.

Felipe

¡Quieto

Estoy vivo de milagro:

¿ves el corazón?

Yo vi cuando me apuñalaron

veía mi corazón 

rojo, rojo, rojo.

En los años ochenta, El Cartucho fue el barrio más bravo de Bogotá. La calle Décima (donde se ubicaba) se convirtió en el territorio de los jíbaros (vendedores de droga) y “ñeros o desechables (así se les llamaba a los habitantes de la calle, prostitutas y delincuentes)”. En 1998, la OMS declaró al Cartucho como uno de los lugares más peligrosos de Latinoamérica. Preocupado por erradicar el problema, el alcalde Peñalosa decidió demoler el barrio con todo y sus más de 10 000 habitantes de la calle.

En 2013 tuve la oportunidad de trabajar como investigadora de campo con los sobrevivientes del Cartucho para el documental que lleva el mismo nombre. Los fragmentos que leyeron son transcripciones de una grabación personal. El documental buscaba contar las historias de los sobrevivientes de ese legendario barrio. Durante el proceso, el director del proyecto, un director de foto, una sonidista y yo acudimos a un hogar de paso para convivir con los sobrevivientes del Cartucho. Mi labor consistía en generar un acercamiento con la población mediante talleres de reconstrucción de memoria, escritura creativa y drama. Una mañana llegaron todos muy felices y le cantaron las mañanitas a la sonidista, era su cumpleaños. Al escuchar su canto, algo se me movió y no pude dejar de llorar. Felipe trató de calmarme, me enseñó cada una de sus cicatrices y me contó la historia de todas las veces que lo habían apuñalado. 

Cyntia Venegas (Toluca, 1985). Es licenciada en Comunicación Audiovisual por la Universidad del Claustro de Sor Juana. Estudió el diplomado en Creación Literaria en la SOGEM. Cursa la maestría en Tecnología Educativa en la UDEMEX. Es alumna del taller de dramaturgia de LEGOM e integrante del taller de poesía de Grafógrafxs.


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