Aranxa Solleiro
Pertenecer a un mercado, independientemente de la riqueza cultural que representa, en el año 2021, la percepción se vuelve diversa, puesto que ahora se ha convertido en una actividad en la que el riesgo, la incertidumbre y la pérdida crean una mixtura que sobrepasa el entusiasmo.
José y Mercedes son hermanos, se dedican a la venta de especias, nacieron en una familia donde los molinos y los granos no solo son fuente vital de vida, sino de sustento a ésta. Sus abuelos fueron los primeros en establecer un molino en la población de San Jerónimo Chicahualco, perteneciente al municipio metepequense y cada sábado, aprovechaban instalarse en el mercado cercano al local, donde sabían con certeza que vendían entre mil a dos mil pesos, durante sus horas de jornada.
La situación pandémica, hoy día les permite vender entre 300 a 500 pesos, siendo una pérdida considerable en comparación con años anteriores. Entre chiles secos, polvo de pepita para el mole verde, preparado para mole rojo, amarillo, granos y semillas como: avena, maíz y ajonjolí, ellos reciben con alegría a cualquier cliente, aunque aseguran que, de diez personas que preguntan solo dos, son los que compran.
“Es una labor que apreciamos mucho, mi hermana y yo tenemos nuestros estudios y trabajos distintos al molino o a la venta de especies, pero por tradición familiar hemos estado apoyando en la venta desde niños, nos gusta pero sí, lamentablemente ya no es nada parecida la venta a como era hace dos años, donde sí convenía y nos iba bien. En estos tiempos te puedo asegurar que sí continuamos saliendo es más para como un acto de presentación, porque ya formamos parte también del mercadito.” Aseguró José.
En cuanto a temas de riesgo sanitario al continuar colocando su puesto en el mercado, sabiendo que estarán rodeado de compañeros y compradores, mencionan que no se sienten del todo seguros porque el contacto con otros es inevitable: “hay riesgo, sí, se supone que todos deben de entrar al mercado con cubrebocas pero de cualquier manera tenemos contacto a través del dinero que recibimos o a veces no todos cumplen con las reglas, el cubrebocas no lo traen puesto y no podemos darnos el gusto de rechazarlos. Debemos de seguir, a pesar del riesgo, no queda de otra que cuidarnos nosotros como hasta ahora.” Mencionó Mercedes.
El mercado ubicado en San Jerónimo Chicahualco, está conformado en la actualidad por alrededor de 15 puestos de venta de carne, verduras, especias, fruta y ferretería, según los vendedores entrevistados, argumentan que antes de la pandemia se tenía aproximadamente a treinta vendedores, los cuales han dejado de asistir por temor a enfermarse y particularmente por la baja asistencia de personas, cuya principal razón de no asistir es el riesgo al contagio.
Así lo aseguraron Martín y Rosa, dedicados a la venta de pollo: “se puede ver cómo está de vacío todo el mercado, a pesar de que somos muy pocos ya, no crea que es tanto porque así nos lo pidieron, sino porque ya varios dejaron de poner su puesto porque no sale. Nosotros estamos vendiendo menos del 50 % de lo que vendíamos antes de esto, ya traemos poco también para que se venda, pero hay veces en donde si se nos quedan las cosas.” Mencionó Martín.
“Nos sentimos inseguros de enfermarnos como todos, pero tenemos que seguir, sino qué hacemos, lo poco que salga es bueno. También mucha gente ha dejado de comprar en el mercado porque sienten que se van a enfermar y eso ha sido peor para nosotros. Como sea nosotros nos hemos cuidado y hasta ahora no nos hemos enfermado.” Dijo Martín.
Como la mayoría de los mercados, en cada una de las entradas se tienen dos garrafones de agua y un gel antibacterial para que los clientes que ingresen se limpien las manos, no obstante, mencionan que no lo hace la mayoría, por lo que sus medidas de cuidado deben de ser mayor.
Marycarmen y Jesús vendedores de semillas y derivados, padecieron la enfermedad hace cuatro meses cuando el pico de contagio de invierno coexistía fuertemente en la sociedad. A pesar de que dejaron de asistir durante dos meses, decidieron reincorporarse, enfatizando que las esperanzas de que el escenario en los mercados mejore, se percibe lejano, especialmente si se presentan constantes altas de contagios en la población.
“Gracias a Dios salimos adelante de la enfermedad, yo digo que sí nos enfermamos por estar aquí, porque es difícil que no tengas una convivencia con la gente, por mucho plástico o cubrebocas que usemos, tenemos contacto de cosas pequeñas, nos quedamos sin venta durante el tiempo de nuestra enfermedad pero yo creo que si la vida te da una segunda oportunidad, debemos de seguir, claro, ya cuidándonos más o aprendiendo de ciertos errores.” Comentó Jesús.
El ambiente se colorea tenso, los pocos compradores se mantienen lejos de rozar a cualquiera, la vida que inyectaban los gritos representativos: “pásele, güerita. ¿Qué le damos?” Se han esfumado como aquellos que decidieron no salir más, mientras el futuro continua inerte.
(Foto: Aranxa Solleiro)
