29/Mar/2024
Portal, Diario del Estado de México

Cantar las Cuarenta

Fecha de publicación:

Don Dámaso

“Queda prohibido no sonreír a los problemas, no luchar por lo que quieres, abandonarlo todo por miedo, no convertir en realidad tus sueños”

Pablo Neruda

CHILE PARA MÉXICO, MÉXICO PARA CHILE;
BRASIL PARA MÉXICO, MÉXICO PARA BRASIL.

PONIENDO LAS CARTAS SOBRE LA MESA: En los setentas, el Canciller mexicano de aquel tiempo, conocía muy bien de la simpatía y de la amistad estrecha entre Salvador Allende y Luis Echeverria. Emilio Rabasa comentó: “Allende era un mal administrador y entendía muy poco de los problemas económicos, sin embargo era un gran patriota que quería acabar con la oligarquía que controlaba Chile”. La cofradía encabezada por éstos dos mandatarios, habría sido la razón por la que México llegaría a recibir unos 700 refugiados hasta 1974 y cortaría relaciones con el país liderado por la junta militar de Pinochet.

Por supuesto que Washington sabía de esa cercanía y de las ansias socialistas del dúo. Los temas que más atraían su atención eran la reacción de México por el golpe de Estado en Chile, la sucesión presidencial, las guerrillas, los medios de comunicación y varios análisis de los políticos más prominentes del país. Estados Unidos consideraba como “cínica” la postura de Gobierno mexicano respecto al golpe de Estado en Chile. En varios documentos se menciona que Echeverría, buscaba hacerse de un gran poder en los medios antes del fin de su mandato, quería reelegirse, Para ello, el Loret de aquel entonces era Julio Scherer, quien finalmente dejó la Dirección de Excélsior para fundar Proceso.

El próximo año, se cumplirá medio siglo desde aquel discurso del socialista presidente de Chile, Salvador Allende en la Universidad de Guadalajara, un 2 de diciembre de 1972, justo 9 meses y 9 días antes del golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 en aquel país sudamericano. Son tiempos de releer esa pieza oratoria, aquí dos pasajes que dejan ver que hay izquierdas destructoras, depredadoras con gran ingrediente de egolatría y fanatismo como la de los adoradores del “Che” y otras, como la que impulsaba Allende, atemperadas, emocionalmente racionales, que privilegiaban el diálogo y la discusión para esclarecer no para imponer determinadas posiciones.

(…) Yo tengo una experiencia que vale mucho. Yo soy amigo de Cuba; soy amigo, hace 10 años, de Fidel Castro; fui amigo del comandante Ernesto “Che” Guevara. Me regaló el segundo tomo de su libro Guerra de Guerrillas; el primero se lo dio a Fidel. Yo estaba en Cuba cuando salió, y en la dedicatoria que me puso dice lo siguiente: “A Salvador Allende, que por otros medios trata de obtener lo mismo”. Si el comandante Guevara firmaba una dedicatoria de esta manera, es porque era un hombre de espíritu amplio que comprendía que cada pueblo tiene su propia realidad; que no hay receta para hacer revoluciones. Y por lo demás, los teóricos del marxismo -y yo declaro que soy un aprendiz tan sólo, pero no niego que soy marxista- también trazan con claridad los caminos que pueden recorrer frente a lo que es cada sociedad, cada país. (…)

(…) Por eso, el dogmatismo, el sectarismo, debe ser combatido; la lucha ideológica debe llevarse a niveles superiores, y eso si que es importante. El diálogo, la discusión, pero la discusión para esclarecer, no para imponer determinadas posiciones. Y, además, el estudiante universitario que tiene una postura doctrinaria y política, fundamentalmente, tiene que no olvidarse de que precisamente la Revolución necesita los técnicos y los profesionales. (…)

¿Porqué escribo todo esto? Porque en Latinoamérica, y es posible que en todo el mundo, estemos atrapados en un egocentrismo narcisista resultado de un doble programa ideológico, la revolución izquierdista del 68, que en México derivó en el Movimiento del 68; y la revolución derechista del 69. Ambos, encontraron tierra fértil en el Chile, el Brasil y el México de los sesentas y principios de los setentas; el reloj latinoamericano del 2021, se ha retrasado 50 años, producto de una trasnochada nostalgia ideológica e idealismo confundido abrevados de Fidel, del “Che”, de Salvador Allende, y, por supuesto, de las dictaduras militares. Los resultados son evidentes al comparar las economías de Cuba y de Chile en la actualidad, y, las similitudes en los fracasos de la atención y contención de la pandemia, entre Brasil y México. ¿Cómo encontraremos el equilibrio entre los principios y los intereses en el trato con los tiranos?

DOS DE BASTOS: Así como hace 50 años los mandatarios de Chile y México compartían su estilo personal de gobernar, como decía Daniel Cosío Villegas, ahora se dan paralelismos entre los de Brasil y México, cosa de leer esto que el pasado 5 de abril, EL PAÍS reprodujo lo publicado en Berlín por DEUTSCHE WELLE: El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, vive del caos, escribe el periodista Phillipp Lichterbeck. En su opinión, necesita que haya confrontación, permanentes provocaciones e incesantes protestas porque su tracción es el conflicto permanente. El comentarista asegura que el mandatario ya era así en su época de Oficial del Ejército, cuando planeó estallar una bomba en los lavabos de un cuartel para que le subieran el sueldo, y posteriormente, cuando se convirtió en parlamentario y glorificó la dictadura al mismo tiempo que deseaba la muerte o la tortura de otras personas, especialmente de izquierdistas y minorías.

Lichterbeck lamenta que sea ahora, siendo presidente, cuando haya depurado su método y se dedique a bombardear Brasil con mentiras y provocaciones, secundado por sus hijos y una cohorte de diputados, asesores y propagandistas. Su método persigue crear un sentimiento permanente de excepcionalidad con el objetivo de ascender por la escalera del caos que él mismo promueve y acumular más poder. El autor enmarca en esta lógica la salida forzada de tres jefes de las fuerzas armadas brasileñas. Muchos observadores proclaman que el fin de Bolsonaro está cerca. La lectura más frecuente de los acontecimientos subraya la oposición de los militares más valientes a la instrumentalización del Ejército en beneficio del presidente. Con su actuación se han ganado el aplauso de la oposición de izquierdas.

Sin embargo, Lichterbeck es menos complaciente y cree que todo responde a la lógica del bolsonarismo, que busca el permanente empeoramiento de la crisis. Recuerda que la actual, Bolsonaro la ha provocado en el peor momento de la pandemia, con 3,000 muertes diarias. Señala que el presidente no ha roto con el Ejército, sino con las figuras más veteranas y de mayor rango, y pretende enviar a los mandos intermedios, más radicalizados, la señal de que esta es su oportunidad. El bolsonarismo da una vuelta de tuerca en su búsqueda de enemigos. Expresar una duda, exponer una crítica, equivale a ser un traidor. Así, concluye Lichterbeck, se estrecha y se convierte en un movimiento cada vez más paranoico, imprevisible y peligroso.

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