Aranxa Solleiro
Ser mujer es entender un cúmulo de necesidades que distintos géneros, no son capaces de discernir y comprender en su totalidad, aún al compartir la misma fisionomía, las necesidades de cada una, se dispersan dependiendo de elementos que confluyen en su día a día, por lo que cada cuerpo y mente, se proyecta a manera de arcoíris.
Sarahi Vilchis, psicóloga en Toluca desde hace más de cinco años, ha sido un pilar único para mujeres, que sin desearlo ella, ha podido desarrollar herramientas que les permitan despojarse de infiernos y obscuros en su vida.
De acuerdo a las estadísticas mencionadas por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) se registraron 12 presuntas víctimas de feminicidio en el Estado de México en el mes de enero del presente año, siendo la entidad de la república con el mayor número.
Durante el año pasado, Sarahi atendió a más de 10 mujeres viviendo una situación de violencia en pareja, en aspectos verbales y físicos, considerado cada día un aprendizaje de interacción nuevo con cada una de ellas, dado que sus necesidades y redes de apoyo permean de manera distinta.
¿Cuáles son los procesos para atención de una mujer en situación de violencia?
Con base a mi experiencia, el primer inicio es observar en qué nivel del violentómetro se encuentra la persona que llega a buscar ayuda, ya que de ahí podemos impartir algún tipo de intervención, es muy elemental saber sus redes de apoyo (amigos, familia, etc).
¿Cuál es el grado de contribución o soporte las redes de apoyo con las que cuenta?
Es importante saber con quienes cuenta la víctima, ya que el sentirse apoyados es más fácil llevar un proceso psicológico y poder trabajar en sí mismo; sin embargo, si esa persona se siente sola y no tiene como tal, redes de apoyo, es más fácil que pueda permanecer o salir del lugar de violencia. Muchas veces el hecho de recurrir a un profesional buscando esa ayuda, ya es un gran pasó.
El violentómetro que nivela el grado de violencia en pareja, se compone de 30 acciones, que van de la violencia verbal a la física, hasta llegar al punto de homicidio, de éstas acciones, Sarahi identifica más comunes las que se encuentran en el rango más leve y el intermedio, las cuales permean en: bromas hirientes, chantajes, humillación en público, culpabilización, prohibiciones en vestimenta, amistades o lugares en los que la mujer confluye y golpes, siendo ésta última la más difícil de evitar cuando ya se tiene un tiempo prolongado de vivencia de parte de la víctima.
La psicóloga menciona que dentro de los retos como profesional al llevar terapias para este tipo de personas, subyace en los introyectos de ésta, es decir, de la historia de vida que la víctima tiene desde su niñez, puesto que incorpora en sus pensamientos y actitudes, violencia que puede considerar normal.
“Para mí como profesional es muy difícil trabajar con los introyectos que la persona tiene, ya que lo ven muy normal (depende del historial familiar) porque si tú vienes de una familia que piensa y actúa de manera machista, pues te acostumbras a aceptar que así debe ser, porque es “normal”. ¿Pero qué pasa cuando tú creces en un lugar sano, sin actitudes machistas y en la relación tú pareja es machista? Como puede ser que no lo acepte y a la primera se vaya o que la persona manipule la relación a través de la emoción para que, en algún momento, él pueda tener el poder de ser quien es en realidad.” Comentó.
Durante la pandemia, el confinamiento impuesto durante marzo a mayo, dilucidaron actitudes de violencia en grupos familiares y parejas viviendo en el mismo espacio, al menos en el mes de enero del presente mes, en el Estado de México se tuvieron 2 mil 891 llamadas de emergencia referentes a violencia contra la mujer, puntualizado por igual por el SESNSP, lo que asegura, el incesante y a la vez esencial apoyo de Sarahi para la sociedad femenina.
(Foto: Web)
