Aranxa Solleiro
En el Estado de México 885 mujeres fueron víctimas de lesiones dolosas durante el mes de enero del presente año, de acuerdo a la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, cuya equivalencia es de 9.8 por cada 100 mil mujeres.
Ella, parte 1
Julia despierta, tiende la cama, se viste y prepara el desayuno, que, por mínimo, inyecta de energía a su hijo, quien hoy día, busca dar lo mejor de sí mismo para alcanzar sus objetivos. De diez de la mañana a seis de la tarde, casi cual horario de oficinista, se instala en la calle José Vicente Villada, cuyo valor histórico y arquitectónico emerge de las más grandes vecindades y relevantes templos religiosos en Toluca.
Porta sobre sus muñecas, una canasta de dulces típicos: alegrías, chocolates, paletas, chicles, entre otros, recorre los mismos carriles siempre, sonríe, se manifiesta ante sus manos el deseo de no doblegarse y de aportar -como sea- a su hogar.
“Estoy para ayudarle a mi familia, porque estos tiempos son difíciles y no ha podido conseguir trabajo mi único hijo, que sigue estudiando y antes de la pandemia me ayudaba a pagar sus estudios. Le gusta mucho la música, de repente sale también a la calle y toca en alguna esquina o en un sitio que le dejen, toca la guitarra bien bonito, quiso estudiar en el Conservatorio, pero la verdad es que la carrera sale muy cara. No me queda más que salir y ayudarle para que no se rinda en lo que le gusta, yo tuve que hacerlo, pero no me gustaría que a él le pase lo mismo.” Comentó con las manos entrelazadas y una sonrisa que a momentos se difuminaba en su rostro.
Los automovilistas y paseantes pasan negando la apertura de sus ventanas para que ella “no moleste”, no responden, no la voltean a ver siquiera, basta con alzar la mano para decirle que no desean comprar nada; ella agradece, siempre agradece y continua con el coche de atrás. Los semáforos en verde son un minuto preciso para que pronuncie una oración al cielo y el siguiente minuto de espera, traiga mejores ciudadanos.
“Sí se sufre mucho todavía para las mujeres, no hay mucho de eso que dicen en todos lados de igualdad, si supieran que una mujer puede hacer tantas cosas de la misma manera que los hombres, otra cosa sería. El machismo es feo, yo quedé como madre soltera, mi esposo falleció, pero tengo siempre la imagen de mi padre que nos respeto a mis hermanos, a mi mamá y a mí, nunca nos obligaba a nada, nos trataba por igual, yo espero que mi hijo haga lo mismo con su esposa o su novia en un futuro.”
Se acerca un varón en una bicicleta, le pide unos chicles y menciona al retirarse “cuídese mucho. Dios la cuide.” Se alegra guardando las monedas en su bolsa, mientras comparte: “no se crea, en la calle he sufrido más eso del maltrato de los hombres que en mi propia casa, he tenido señores en sus autos que hasta me han llegado a insultar porque piensan que les ruego para comprarme. No es así, soy igual de importante que ellos, también trabajo y soy un ser humano con valores.” La garganta se hace nudos, descansa un momento la canasta en el asfalto y de nuevo el rojo, para comenzar y demostrarse valiente.
Ella, parte 2
Humos fortificados por las comandas entregadas. El día de hoy toco pollo encacahuatado con arroz para el personal, sus manos y gusto por la comida, le permiten elevar su creatividad de manera absorta. Su hijo, a un lado de ella, aprende de la cocina y sus procesos, para inspirarle un sentido de querer ser mejor persona.
“Fui madre divorciada porque sufrí maltrato, golpes, insultos. No aguanté más y decidí ver por el bien mío y de mis tres hijos. Me tuve que enseñar a hacer muchas cosas de las que solo creía capaz que el hombre podía hacer como: cambiar el tanque de gas, plomería, etc. Yo creo que nosotras podemos hacer la mayoría de las cosas que ellos hacen, solo tal vez no tenemos la misma fuerza, pero de ahí en fuera, nada nos hace menos.”
Rosalba trabaja seis días de la semana como cocinera en un restaurante, la mayor parte del día le entrega su talento a comensales que se regocijan con los platillos que consumen. Desde su matrimonio, el machismo ha sido una problemática recurrente, puesto que al ser ella víctima de ello, ha mantenido el pensamiento de ser resiliente para enfrentarse a cualquier adversidad que se le presente.
“Yo creo que las mujeres debemos de ser valientes, de alzar la cara y hacer valorar lo que somos, sin importar a qué o quién. Me da mucha pena que siguen muchas mujeres afectadas porque son golpeadas o porque las maltratan, creo que debemos de entender que no merecemos eso. Yo he tratado de hacer lo mismo con mis hijos, no me gustaría que ellos hagan lo mismo que hizo su papá conmigo.”
A pesar de sus momentos difíciles durante su vida, Rosalba se muestra alegre en lo que hace, realiza una broma a compañeros suyos y dice: al inicio sí cuesta trabajo pensar que puedes tener oportunidad de tener otra relación con otro hombre, como que cargas con ese miedo. En mi caso no sufro un trauma pero sí no me gustaría vivir lo mismo. Sí me puedo llevar bien con hombres, tengo amigos y compañeros de trabajo, todo es bueno, creo que depende mucho de una y su fortaleza por seguir adelante.
Dar la vida no solo a un nuevo ser humano, sino impulsarlo a vivir, no doblegarse y mantenerse firmes a pesar del terreno lánguido. Para ellas, salir de sus hogares sin importar el riesgo que implique en el presente, significa amar, resistir y empoderar a través de su aura.
(Foto: Aranxa Solleiro )
