Eric Rosas
Entre el sector productivo mexicano, a veces, hay quienes en tono de queja refieren que: “En México estamos demasiado norteados y muy poco orientados”, para lamentar así que nuestra nación concentre prácticamente todo su comercio exterior con las dos naciones con las que compartimos Norteamérica: Canadá y los Estados Unidos de América (EUA); mientras que casi nada comerciamos con otros países del mundo que nos quedan al oriente, entre ellos los europeos y los asiáticos. Por supuesto que sería deseable que nuestros mercados estuvieran mucho más distribuidos alrededor del orbe; sin embargo, en lugar de añorar escenarios improbables, deberíamos aceptar nuestra realidad geográfica, sociodemográfica y económica, y aprovechar al máximo la coyuntura mundial presente, para integrarnos al máximo con la región en la que se encuentra la mayor parte de nuestro territorio.
Mientras que al cierre del 2019 y en números redondos, los gigantes asiáticos China e India contaron con poblaciones de mil 397 y mil 366 millones, respectivamente, la Unión Europea (UE) acumuló a 448 millones de personas, el Mundo Árabe a 428 millones, y Centroamérica, Sudamérica y el Caribe a 518 millones; entre los tres países que integramos la América del Norte sumamos a 493 millones de habitantes. Es decir, los norteamericanos unidos contamos con un mercado similar al árabe, al europeo y al del resto de la América Latina; y de aproximadamente una tercera parte de los de China y la India. Además, los 127 millones de mexicanos fungimos como intersección con otro mercado de 646 millones de latinoamericanos, o de 435 millones de hispanohablantes, si excluimos al Brasil, que tiende a volar solo. Por otra parte, con 10.9 millones de connacionales residiendo en los EUA, los mexicanos representan casi la cuarta parte de los extranjeros con estancia legal en el país vecino, lo que les convierte en la mayoría entre los grupos de inmigrantes.
Respecto a la generación de riqueza, nuestra economía mexicana, con un Producto Interno Bruto (PIB) de un billón 268 mil 870 millones de dólares estadounidenses en 2019 (la décimo quinta en tamaño), unida a las de los EUA (primera del mundo) y el Canadá (la décima del orbe), superan en más del 70 % al PIB de China, la segunda economía del planeta por sí misma; y en más del 56 % al de la UE que, como región, supera la riqueza generada por el gigante asiático. Al mismo tiempo, la economía mexicana sirve de puente con la latinoamericana para integrar en conjunto el cuarto mayor PIB del orbe, o el quinto cuando se suma al de los países de Hispanoamérica; en ambos casos considerando segundo al de la UE.
Pero más allá de esta sólida integración geográfica, sociodemográfica y económica que nos vincula inobjetablemente con Norteamérica, también existen otros aspectos culturales que nos impiden imaginar siquiera a un México formando parte de otras regiones del mundo. Los mexicanos hemos aprendido a vivir en el libre mercado; reconocemos el valor de la democracia como forma de gobierno; amamos las libertades, de tránsito, de expresión, de manifestación, etc.; entendemos la importancia de proteger el estado de derecho y de mantener a la milicia subordinada al poder civil; perseguimos el desarrollo que genera bienestar para la sociedad, etc. Ante tales realidades debemos intensificar nuestra integración con Norteamérica, desarrollando las tecnologías clave para las cadenas productivas estratégicas de la economía del futuro y coadyuvando así a consolidar la hegemonía norteamericana.
Lo anterior, dicho sin aberraciones.
e.rosas@prodigy.net.mx
Twitter: @DrEricRosas
1 de marzo de 2021
