Para las mujeres del Estado de México cada día las noticias son poco alentadoras, si bien el anuncio por parte de las autoridades estatales y municipales coincide en el compromiso de enfrentar la violencia y los feminicidios, los nombres de cientos de mujeres asesinadas no brindan esperanza, coinciden diputadas, funcionarias y familias de las víctimas.
Elena Aguilar
En 2015 Fátima Quintana, una niña de 12 años de edad que fue lapidada, ultrajada, y a sepultada bajo 100 kilos de piedras. De sus tres agresores, sólo uno permanece sentenciado, otro de ellos fue liberado al cumplir la mayoría de edad y uno más sigue en proceso, sin sentencia.
La menor llegó de la secundaria a su comunidad, en el municipio de Lerma, tres sujetos la interceptaron, la lastimaron hasta quitarle la vida. Lorena, su madre, la localizó tras horas de búsqueda en la que se movilizaron los vecinos de toda la comunidad, tras hallarla, intentaron linchar a los responsables, pero la señora confió en la autoridad y la justicia, por lo que decidió entregarlos a la policía. Hoy, desplazada de su tierra, duda de haber hecho lo correcto.
Jessica Sevilla, localizada sin vida en Huixquilucan en agosto de 2017, Jessica apareció en un baldío desollada, sin un pulmón ni corazón; parte del rostro quemado con ácido. Pese a que su madre y hermanos identificaron al presunto agresor, la fiscalía de Justicia estatal detuvo la investigación al enterarse que recibirían asesoría del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio (OCNF).
“No me voy a cansar de hacer todo lo que esté en mis manos para lograr que se esclarezca la verdad del feminicidio de mi hija, no lo hago sólo por ella, si no por el hijo que dejó y porque tengo más hijas; no les voy a enseñar a agachar la cabeza ante una injusticia”, aseguró Juana Pedraza.
Juan Carlos “N” pretendía matar a más de 100 mujeres, pues las odiaba y le daban asco, aunque sólo lo logró en 20 casos. Sus corazones los metía en frascos con alcohol y los ofrecía a la Santa Muerte, además de que también preparaba pozole para comer.
El sujeto le aplicaba llaves a las mujeres para inmovilizarlas y que no gritaran, posteriormente las asesinaba y descuartizaba, guardaba los restos en bolsas y una parte se la daba a sus perros para que comieran, incluso elaboró pozole con la carne de sus víctimas.
Óscar “N”, fue calificado como el Monstruo de Toluca, fue detenido en la Ciudad de México, responsable de al menos cuatro feminicidios y el asesinato de dos hombres, no fue identificado como feminicida hasta que él mismo lo confesó, la Fiscalía de Justicia y el Poder Judicial no otorgaron las órdenes de cateo a tiempo para salvar la vida de su última víctima, Jessica, una joven madre soltera estudiante de psicología.
Yolanda fue una mujer localizada degollada en Coyotepec, sus hijas fueron entregadas en custodia a una de sus tías. Las menores hallaron a su madre e intentaron detener la hemorragia levantando el cuerpo de la mujer sobre las piernas de una de ellas. Las niñas esperaron la llegada de paramédicos y policías, mientras una de ellas sostenía el cuerpo de su madre sobre sus piernas, intentando detener el sangrado. De su agresor, a la fecha no se sabe nada.
Rosalinda Stephanie Morales de 29 años de edad, víctima de feminicidio en 2017, tras ser reportada como desaparecida presuntamente a bordo de un taxi. El cuerpo de esta joven fue localizado en el kilómetro 9.5, del libramiento Acambay, en el municipio del mismo nombre, tras buscarla por más de dos días, luego de que una amiga de su trabajo informó que recibió un mensaje de texto diciendo que abordó un taxi que no la dejaba bajar.
“Los casos se repiten, algunos son más crueles, cruentos, desalmados, la mayoría de los responsables no son localizados, los asesinatos son considerados homicidios, suicidios o simplemente no son investigados y cada vez que salimos a reclamar por la violencia en nuestra contra, somos juzgadas por violentas y por no respetar los monumentos”, dijo Patricia Mireles, activista feminista.
(Foto: Aranxa Albarrán)
