Hacia el abismo de la ignorancia
La administración actual del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT), a cargo de la Dra. María Elena Álvarez-Buylla Roces ha estado llena de decisiones que han impactado de manera muy negativa a la comunidad científica y tecnológica de nuestro país. En menos de dos años, prácticamente todos los programas que el CONACyT había diseñado y mejorado continuamente desde su inicio, hace medio siglo, han sido trastocados y hasta eliminados. La justificación para ello ha sido la misma utilizada por la administración federal en su conjunto: la supuesta existencia de malas prácticas de gestiones anteriores; sin embargo, al igual que en otros casos, más allá del dicho esgrimido nunca se ha exhibido evidencia alguna.
En los hechos la realidad es muy cruda. Las decisiones tomadas por la Dra. Álvarez-Buylla están deteriorando con enorme celeridad toda la capacidad e infraestructura para investigación científica y desarrollo tecnológico que nuestro país había construido durante décadas. Pero lo más importante es que está afectando a miles de vidas profesionales y personales de académicos consolidados, en formación y de jóvenes estudiantes. En concreto está destruyendo el futuro de México.
El recorte cuantioso que han sufrido el número de becas de posgrado, tanto en México como en el extranjero; la negación a mantener el apoyo por un segundo año a la inmensa mayoría de los jóvenes doctores mexicanos que se encuentran actualmente realizando estancias posdoctorales de investigación en instituciones de otros países; y la recientemente denunciada eliminación del programa de Cátedras Patrimoniales; terminarán por dejar a nuestro país sin el talento imprescindible para que nuestro México pueda competir en los años próximos con otras naciones del orbe, en un entorno económico y social que cada vez será más dependiente del conocimiento y tecnologías que sea capaz de generar y desarrollar.
La política de dejar a los jóvenes mexicanos trabajadores y estudiosos – pero que no siempre cuentan con los recursos económicos suficientes para pagar por sí mismos sus estudios de posgrado –, sin la posibilidad de continuar su formación especializada en los niveles de maestría y doctorado, fomentará que quienes puedan acepten apoyos del extranjero y emigren, pero quienes no logren estas oportunidades, vean cortado un futuro profesional que podría brindarles una oportunidad de movilidad social, y al país aumentar sus capacidades para realizar investigación científica. Las decisiones de quitar el apoyo a los jóvenes doctores que actualmente trabajan en diversos países realizando proyectos importantes para México, así como la de eliminar el programa de Cátedras Patrimoniales, que les ofrecía a muchos de ellos una posibilidad real para incorporarse laboralmente a alguna institución mexicana de su especialidad, ya está ocasionando que acepten empleos en otros países en lugar de regresar al país. La misma fuga de talento ocurrirá con los actuales estudiantes de posgrado en México y en el extranjero.
Las consecuencias de estas acciones serán que toda la inversión que México había destinado en años recientes para formar a sus ciudadanos más talentosos, terminará siendo aprovechada por las naciones que les abran las puertas en estos momentos tan decisivos para sus vidas profesionales, precisamente cuando su propio país les está dando la espalda. Y México se hundirá en el oscurantismo y la ignorancia que le impedirá generar conocimiento y desarrollar tecnología propia.
Lo anterior, dicho sin aberraciones.
Twitter: @DrEricRosas
