Nueva generación de programas sociales
Los programas sociales que funcionan pertenecen a una nueva generación, donde lo importante es no solamente brindar el apoyo, sino evaluar el impacto, y, sobre todo, determinar el cumplimiento de los objetivos que llevaron a su creación.
Es falso que los programas sociales estén diseñados para sacar de la pobreza a sus beneficiarios, pues en la realidad, las condiciones de desigualdad social que viven los países como México, con cero crecimiento económico, hacen que sea casi imposible que las personas con más carencias accedan a un mejor nivel de vida mediante un trabajo mejor pagado, por lo que la labor del Estado debe enfocarse a hacer más eficaz el gasto social, para que en realidad permita atenuar las deplorables condiciones de vida de un gran número de personas.
Es un hecho que estamos viviendo un crecimiento en la inversión social en todos los niveles de gobierno, de acuerdo con datos de CONEVAL, para 2018 se identificaron 6,489 programas y acciones de desarrollo social en el país (datos derivados del Listado de programas federales 2018, Inventario estatal 2014 y el Inventario municipal 2015‐2016).
Tan solo este año el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador destinará la mayor proporción de recursos de su presupuesto 2020 a los apoyos económicos para jóvenes, adultos mayores, estudiantes y discapacitados, así como a su estrategia de siembra de árboles, por encima de la de seguridad. Solo ocho de sus programas sociales emblemáticos y de ayudas directas a sus beneficiarios sumarán 257 mil millones de pesos, mientras el presupuesto total de la Guardia Nacional, la Marina, el Ejército y hasta la Fiscalía General de la República será de 204 mil mdp.
El camino está planteado, invertir en los más pobres, el problema actual es: ¿cómo hacerlo?
Al menos existen dos caminos para diseñar programas sociales de nueva generación, uno relacionado con la propuesta del excandidato presidencial Ricardo Anaya, que señaló la necesidad de crear una “renta universal” para los pobres, a efecto de entregar dinero mensualmente solo por el hecho de tener una condición económica crítica.
Otra propuesta, poco explorada en México, es la asignación de apoyos a partir de los derechos humanos de los grupos vulnerables, esto es, hacer una distribución de recursos a partir de censos específicos que identifiquen puntualmente a los beneficiarios por colonia, calle y casa, por ejemplo, madres jefas de familia, madres solteras, jóvenes adolescentes embarazadas, personas de la tercera edad con más bajos ingresos, entre otras categorías.
Sin duda, contar con este tipo de información habría sido imposible en los años anteriores, sin embargo, con el avance de la tecnología y los resultados que se obtiene de información censal e intercensal, hoy es posible encontrar a todos estos beneficiarios, lo que evitaría la distorsión que experimentan los padrones de beneficiarios al momento de que son integrados.
Esta propuesta debe ser enriquecida desde los congresos federal y estatales, etiquetando recursos para reconocimiento de derechos de grupos sociales vulnerables, en lugar de hacer solamente una contabilidad presupuestal del dinero destinados a programas sociales.
*Consultor en Gobernova
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