Miguel García Conejo
La COVID-19 no ha tardado en cruzarse con otra pandemia previamente vigente, la de depresión y ansiedad, alertó el escritor Francisco Ciprián quien señala que la búsqueda de la felicidad convertida en pandemia depresiva se ha convertido en una emergencia sanitaria.
De acuerdo con estimaciones preliminares de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en menos de dos años de coronavirus, el número de personas en el mundo afectadas por depresión y ansiedad se ha incrementado de 300 millones a más de mil millones.
A decir del especialista, nunca, como ahora, el ser humano había estado tan obsesionado con ser feliz y, sin embargo, nunca había sido tan infeliz.
“Nunca habíamos tenido tantos medios a la mano para ser felices como objetos materiales, tecnología, vida virtual y tampoco nunca había existido tal cantidad de depresivos”.
Desde antes de que apareciera la COVID-19, la depresión era ya una pandemia. Detalla que vivimos en una era narcisista, en la que los medicamentos de uso psiquiátrico rompen récord de ventas; mientras que las cifras de suicidios no tienen precedente.
“Tremendo lío de salud pública. Son los destrozos causados por el sistema de consumo, los promotores de la felicidad y su ciencia maligna”, indica el autor.
Ciprián reflexiona sobre los cuestionamientos que nos pueden ayudar a comprender el fenómeno de la melancolía de masas. A saber, ¿cuál es la naturaleza de la pandemia depresiva? ¿Qué clase de felicidad están buscando las personas? ¿En dónde pretenden encontrarla? ¿Por qué mientras más nos afanamos en ser felices menos logramos serlo?.
En este escenario de pandemia alerta sobre el uso de los medicamentos psiquiátricos y su consumo masivo como una respuesta acertada ante la depresión generalizada y sobre si las ciencias de la felicidad son ciencia de verdad.
(Foto: web)
