Daniel Cortez
Húmedo aroma ambienta mis tardes en los últimos días,
logra hacer un vaivén de sensaciones al respirar segundos,
dejando que la imaginación vuele en la brisa repentina
que se impacta y escurre en la tez.
Nada es más sano que la sensualidad creando retratos en la mente,
fragmentos en los cuales la vida conoció emociones en lo cálido
de las caricias, mientras las palabras consumen lo armónico
de las acciones en verbos conjugados, lejos de un lugar común,
añorando nuevamente deseo en una nueva historia en mi libro.
Hago de nuevo mi currículum esperando cumplir con los requisitos;
No clamo presencia, no soy eco, ni voz,
quien me tome entenderá como vivo,
quien me juzgue se alejará (eso es normal).
A medias tintas ni la nostalgia,
porque a jugar no me va cuando la noche sigue mis huellas.
Parezco algo arrogante en los términos y condiciones
que le impongo a las alteraciones que producen mi pulso,
sin embargo, dejo para el final lo delicado
que puede ser la recompensa de tomar mi noche,
compartir el aire, sentir el fuego de un juego de manos
y culminar destilando sudor.
Toluca lluvioso genera en mi entorno nuevos motivos:
Erotismo en la mente busca nuevas caricias para forjar recuerdos,
haciendo de esto figuras, letras, mitos… ritos que permitan reinventar
las reglas que inunden de escarlata mis latidos;
y hacer el anuncio que hay un abrazo vacante,
para quien logré entender la oscuridad en lo profundo de mis ojos.
