Eric Rosas
Por no invertir en ciencia
El Departamento de Salud y Seguridad Social del gobierno del Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte, se ha declarado listo para iniciar este martes la aplicación de la vacuna para prevenir la covid-19, luego de que apenas hace unos días la Agencia Reguladora de Medicinas y Productos para el Cuidado de la Salud, entidad reguladora correspondiente en ese país, autorizara para su uso la vacuna producida por la farmacéutica estadounidense Pfizer Incorporated y la empresa biotecnológica alemana BioNTech SE.
Tras su envío desde el centro de producción localizado en Bélgica, las 40 millones de dosis de la vacuna han sido distribuidas a 50 centros hospitalarios, desde los que se cubrirán mil puestos de vacunación en todo el archipiélago. En las próximas horas estas primeras dosis estarán siendo administradas a 20 millones de británicos, pues cada individuo requiere de una segunda dosis como refuerzo. Primero serán inmunizadas las personas mayores y empleados de los asilos. Enseguida recibirán los pinchazos los ancianos – principalmente quienes se encuentren internados en hospitales –, entre los que se cuentan la reina Elizabeth II y su esposo, el príncipe Felipe – los dos con más de 90 años –; ambos con la finalidad de mostrar el ejemplo y desterrar el recelo entre los más reacios.
La sociedad británica ha sido, tradicionalmente, afecta a la inversión en investigación científica y desarrollo tecnológico. Precisamente a inicios de esta pandemia, una de sus instituciones educativas más prestigiadas, el Colegio Imperial de Londres, publicó un estudio que hizo que el huésped del 10 de Downing Street, modificara de inmediato su estrategia para enfrentar al virus para reducir así considerablemente el número de pérdidas humanas. Y, aunque en este caso será la vacuna de Pfizer y BioNTech la que se aplique primero, conviene recordar que la Universidad de Oxford también se encuentra muy cerca de contar con otra opción, que desarrolla en colaboración con la farmacéutica inglesa AstraZeneca.
El caso de México, en contraste, resulta muy penoso. Hace unos meses el Gobierno Federal anunció con un inexplicable tono ufano que, gracias a la aportación realizada por el principal magnate mexicano, nuestro país sería considerado como país prioritario en la distribución de la vacuna de AstraZeneca y la Universidad de Oxford. Semanas después, el sector de la ciencia y la tecnología de México sufrió la expropiación de los aproximadamente 68.4 mil millones de pesos con los que se contaban en los 91 fideicomisos del sector. Los pretextos para tal abuso fueron varios, entre ellos que el dinero serviría para adquirir las vacunas contra covid-19.
Amén de que en el Presupuesto de Egresos de la Federación para el Ejercicio Fiscal 2021, tal monto no fue etiquetado para este fin ni tampoco reintegrado a sus beneficiarios, sino que más bien parece que terminará inundado en Dos Bocas, sepultado en el Tren Maya o ya voló en Santa Lucía; lo que resulta más lamentable es que esta cantidad de recursos bien pudieron utilizarse para financiar los esfuerzos de universidades públicas mexicanas como la de Querétaro o la Nacional de México, en las que científicos trabajan en desarrollos que habrían podido entregarle al país su primera vacuna mexicana. A pesar de los más de cien mil muertos por covid-19, México tendrá que esperar su turno por no invertir en ciencia.
Lo anterior, dicho sin aberraciones.
e.rosas@prodigy.net.mx
Twitter: @DrEricRosas
7 de diciembre de 2020
